Página 49 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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La diligencia en los negocios
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si es necesario. Propóngase hacer algo, y luego hágalo. Redima toda
promesa, a menos que la enfermedad le postre. Mejor es negarse el
alimento y el sueño que ser culpable de defraudar a otros de lo que
se les debe con justicia.
La montaña del progreso no se puede trepar sin esfuerzo. Nadie
debe esperar que se lo lleve al éxito en los asuntos religiosos ni en
los seculares, sin que necesite valerse de sus propios esfuerzos. La
carrera no es siempre para los veloces, ni la batalla para los fuertes;
sin embargo, el que trabaja con mano perezosa empobrecerá. Los
perseverantes y laboriosos no sólo son felices ellos mismos, sino que
contribuyen grandemente a la felicidad ajena. La competencia y la
comodidad no se alcanzan generalmente sino por ardoroso trabajo.
Faraón demostró su aprecio por este rasgo de carácter cuando dijo a
José: “Si entiendes que hay entre ellos hombres eficaces, ponlos por
mayorales del ganado mío.”
Génesis 47:6
.
El Hno. ***no tiene excusa, a menos que sean una excusa el
amor a la comodidad y la incapacidad de hacer planes y ponerse a
trabajar. La mejor conducta que le incumbe ahora es irse de casa y
trabajar bajo la dirección de otro que haga planes para él. Ha sido
durante tanto tiempo negligente e indolente amo propio que realiza
poco, y su ejemplo es malo para sus hijos. Ellos llevan la estampa
de su carácter. Dejan que la madre lleve las cargas. Cuando se les
pide que hagan algo, lo hacen; pero no cultivan, como deben hacerlo
todos los niños, la facultad de ver lo que necesita ser hecho y hacerlo
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sin que se les diga.
Esposas y madres recargadas
Una mujer se perjudica a sí misma y a los miembros de su
familia gravemente cuando hace el trabajo suyo y el de ellos también;
cuando trae la leña y el agua, y aun toma el hacha para cortar la leña,
mientras su esposo y sus hijos permanecen sentados alrededor del
fuego en agradable reunión social. Dios nunca se propuso que las
esposas y madres fuesen esclavas de sus familias. Más de una madre
está sobrecargada de cuidados, porque no ha enseñado a sus hijos a
participar de las cargas domésticas. Como resultado, ella envejece
y muere prematuramente, dejando a sus hijos precisamente cuando