Página 497 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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El colportor es obrero evangélico
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quien Dios se manifestó de manera admirable, iba de casa en casa
con toda humildad y con muchas lágrimas y tentaciones.
El colportaje es verdadero ministerio
Todos los que deseen tener una oportunidad de ejercer un verda-
dero ministerio, y que quieran entregarse sin reserva a Dios, hallarán
en el colportaje oportunidades de hablar de las muchas cosas con-
cernientes a la vida futura e inmortal. La experiencia así ganada
será del mayor valor para los que se están preparando para el mi-
nisterio. Es el acompañamiento del Espíritu Santo de Dios lo que
prepara a los obreros, sean hombres o mujeres, para apacentar la
grey de Dios. Mientras alberguen el pensamiento de que Cristo es
su compañero, sentirán una reverencia santa, un gozo sagrado en
medio de los incidentes penosos y de todas las pruebas. Aprenderán
a orar mientras trabajen. Serán educados en la paciencia, la bondad,
la afabilidad y el espíritu servicial. Practicarán la verdadera cortesía
cristiana, recordando que Cristo, su Compañero, no puede aprobar
las palabras duras ni los sentimientos adustos. Sus palabras serán
purificadas. Considerarán la facultad del habla como talento precio-
so, que les ha sido prestado para hacer una obra elevada y santa. El
agente humano aprenderá a representar al Compañero divino con
el cual está asociado. Manifestará respeto y reverencia hacia este
Ser santo e invisible, porque lleva su yugo y aprende sus modales
puros y santos. Los que tienen fe en este Acompañante divino se
desarrollarán. Serán dotados de poder para revestir el mensaje de
verdad con una belleza sagrada.
Hay quienes se prestan para la obra del colportaje, y pueden rea-
lizar más en este ramo que por la predicación. Si el Espíritu de Cristo
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mora en su corazón, hallarán oportunidad de presentar su Palabra
a otros, y de dirigir las mentes a las verdades especiales para este
tiempo. A veces emprenden este trabajo ciertos hombres adecuados
para él; pero algún ministro poco juicioso los halaga diciéndoles que
sus dones debieran dedicarse a la predicación en lugar de la obra del
colportaje. Los inducen así a obtener una licencia para predicar, y los
mismos que podrían haberse preparado para ser buenos misioneros
que visitasen las familias en sus casas, conversasen y orasen con
ellas, son desviados de una obra para la cual son idóneos, resultan