Página 496 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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El colportor es obrero evangélic
El colportor inteligente, que teme a Dios y ama la verdad, debe
ser respetado, porque ocupa una posición igual a la del ministro
evangélico. Muchos de nuestros ministros jóvenes y los que se están
preparando para el ministerio harían, si estuviesen verdaderamente
convertidos, mucho bien trabajando en el colportaje. Al encontrarse
con la gente y presentarle nuestras publicaciones, adquirirían una ex-
periencia que no pueden obtener por la simple predicación. Mientras
fueran de casa en casa, conversando con la gente, llevarían consigo
la fragancia de Cristo. Al esforzarse por bendecir a otros, serían
ellos mismos bendecidos; obtendrían experiencia en la fe; aumenta-
rían grandemente su conocimiento de las Escrituras; y aprenderían
constantemente a ganar almas para Cristo.
Todos nuestros ministros deben considerar conveniente llevar
consigo libros y colocarlos dondequiera que vayan. Dondequiera
que vaya un ministro, puede dejar un libro con la familia donde se
hospeda, vendiéndolo o regalándolo. Esto se hacía mucho en los
comienzos del mensaje. Los ministros actuaban como colportores
y los recursos que obtenían en la venta de los libros se usaban para
fomentar el progreso de la obra en lugares donde se necesitaba ayuda.
Ellos pueden hablar con inteligencia de este método de trabajo,
porque han tenido experiencia en él.
Nadie piense que empequeñece el Evangelio al dedicarse al
colportaje como medio de comunicar la verdad a la gente. Al hacer
esta obra trabaja como trabajó el apóstol Pablo, quien dice: “Vosotros
sabéis cómo, desde el primer día que entré en Asia, he estado con
vosotros por todo el tiempo, sirviendo al Señor con toda humildad,
y con muchas lágrimas, y tentaciones que me han venido por las
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asechanzas de los Judíos: cómo nada que fuese útil he rehuído de
anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas, testificando a
los Judíos y a los Gentiles arrepentimiento para con Dios, y la fe en
nuestro Señor Jesucristo.”
Hechos 20:18-21
. El elocuente Pablo, a
Testimonios para la Iglesia 6:321-325 (1900)
.
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