Página 507 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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Reavivamiento del colportaje
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admirable a los que digan: “Creo tu promesa; no fracasaré ni me
desalentaré.”
Los informes
Los que adquieran tal experiencia al trabajar para el Señor de-
bieran escribir un relato de ello para nuestros periódicos, a fin de
que otros sean alentados. Hable el colportor del gozo y la bendición
que ha disfrutado en su ministerio como evangelista. Estos informes
deben hallar cabida en nuestros periódicos; porque son de gran al-
cance en su influencia. Serán como dulce fragancia en la iglesia y
un sabor de vida para vida. Así se verá que Dios obra con aquellos
que cooperan con él.
Su ejemplo en la reforma pro salud
En nuestro trato con los incrédulos, no permitamos que nos des-
víen de los principios correctos. Al sentarnos a sus mesas, comamos
con templanza, y únicamente alimentos que no confundan nuestra
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mente. Evitemos la intemperancia. No podemos debilitar nuestras
facultades mentales o físicas, e incapacitarnos para discernir las co-
sas espirituales. Mantengamos nuestra mente en tal condición que
Dios pueda inculcarle las preciosas verdades de su Palabra.
Así ejerceremos influencia sobre los demás. Muchos procuran
convertir la vida ajena y atacan los hábitos que para ellos son malos.
Van hacia aquellos que consideran en error, les señalan sus defectos,
pero no hacen un esfuerzo ferviente y atinado para dirigir las mentes
a los principios verdaderos. Una conducta tal deja con frecuencia
de obtener los resultados deseados. Al procurar corregir a otros, con
frecuencia despertamos su espíritu combativo y así hacemos más
mal que bien. No vigilemos a los demás para señalarles sus faltas
o errores. Enseñemos por el ejemplo. Sean nuestra abnegación y
nuestra victoria sobre el apetito una ilustración de cómo se obedece
a los principios correctos. Dejemos que nuestra vida dé testimonio
de la influencia santificadora y ennoblecedora de la verdad.
De todos los dones que Dios ha concedido a los hombres, nin-
guno es más precioso que el don del habla. Si está santificado por
el Espíritu Santo, es una fuerza para el bien. Con la lengua con-