Página 51 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

Basic HTML Version

¿Consultaremos a los médicos espiritistas?
“Y ochozías cayó por las celosías de una sala de la casa que
tenía en Samaria; y estando enfermo envió mensajeros, y díjoles: Id,
y consultad a Baal-zebub dios de Ecrón, si tengo de sanar de esta
mi enfermedad. Entonces el ángel de Jehová habló a Elías Thisbita,
diciendo: Levántate, y sube a encontrarte con los mensajeros del rey
de Samaria, y les dirás: ¿No hay Dios en Israel, que vosotros vais a
consultar a Baal-zebub dios de Ecrón? Por tanto así ha dicho Jehová:
Del lecho en que subiste no descenderás, antes morirás ciertamente.”
2 Reyes 1:2-4
.
Este relato presenta sorprendentemente el desagrado divino en
que incurren aquellos que se apartan de Dios para dirigirse a los
agentes satánicos. Poco tiempo antes de los acontecimientos arriba
relatados, el reino de Israel había cambiado de gobernante. Acab
había caído bajo el juicio de Dios, y había sido sucedido por su
hijo Ocozías, personaje indigno, que hizo tan sólo lo malo ante
los ojos de Jehová, andando en los caminos de su padre y de su
madre, e induciendo a Israel a pecar. Servía a Baal, y le adoraba,
provocando la ira de Jehová Dios de Israel, como lo había hecho su
padre Acab. Pero los juicios siguieron pronto a los pecados del rey
rebelde. Una guerra con Moab, y luego el accidente que amenazó su
vida, atestiguaron la ira de Dios contra Ocozías.
¡Cuánto había oído y visto el rey de Israel en el tiempo de su
padre, acerca de las obras asombrosas del Altísimo! ¡Qué terrible
evidencia de su severidad y celo había dado Dios al apóstata Israel!
Ocozías sabía todo esto; sin embargo, obró como si estas tremendas
realidades, y aun el terrible fin de su propio padre hubiesen sido un
[51]
cuento. En vez de humillar su corazón ante el Señor, se atrevió a
cometer el acto más audaz de impiedad que señalara su vida. Ordenó
a sus siervos: “Id, y consultad a Baal-zebub dios de Ecrón, si tengo
de sanar de esta mi enfermedad.”
Testimonios para la Iglesia 5:191-199 (1882)
.
47