Página 74 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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Joyas de los Testimonios 2
los frívolos, los que aman los placeres consideran estas advertencias
como cuentos ociosos, y las rechazan como una broma. Los padres
se inclinan a creer que sus hijos tienen razón en el asunto, y todos
siguen durmiendo tranquilos. Así sucedió cuando fué destruído el
mundo antiguo, y cuando Sodoma y Gomorra fueron consumidas
por el fuego. En la noche anterior a su destrucción, las ciudades
de la llanura se revolcaban en el placer. Se burlaron de Lot por sus
temores y advertencias. Pero fueron estos escarnecedores los que
perecieron en las llamas. Esa misma noche se cerró para siempre la
puerta de la misericordia para los impíos y descuidados habitantes
de Sodoma.
Dios es quien tiene en sus manos el destino de las almas. No
será siempre burlado; no permitirá que se juegue siempre con él.
Sus juicios ya están en la tierra. Fieras y espantosas tempestades
siembran la destrucción y la muerte en su estela. El incendio devora-
dor arrasa el bosque desierto y la ciudad atestada. La tempestad y el
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naufragio aguardan a los que viajan en el mar. Accidentes y calami-
dades amenazan a todos los que viajan por tierra. Los huracanes, los
terremotos, la espada y el hambre se siguen en rápida sucesión. Sin
embargo, los corazones de los hombres se endurecen. No reconocen
la voz de advertencia de Dios. No quieren huir al único refugio que
hay para protegerse de la tormenta que se prepara.
Muchos de los que han sido colocados sobre las murallas de
Sión, para observar con ojo de águila la inminencia del peligro y
elevar la voz de amonestación, están ellos mismos dormidos. Los
mismos que debieran ser los más activos y vigilantes en esta hora de
peligro, están descuidando su deber y trayendo sobre sí mismos la
sangre de las almas.
* * * * *
No habéis dado a vuestros hijos la atención y el estímulo que
necesitaban. No los habéis vinculado a vuestro corazón por los
más tiernos lazos del amor. Vuestros negocios exigen gran parte
de vuestro tiempo y energías; os hacen descuidar los deberes del
hogar. Sin embargo, os habéis acostumbrado tanto a esta carga, que
os parecería un gran sacrificio deponerla; pero si pudieseis hacerlo,
ello beneficiaría tanto vuestro interés espiritual como la felicidad