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La individualidad
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La consagración embellece la individualidad
Una vida consagrada al servicio de Dios se desarrollará y embe-
llecerá en su individualidad. Nadie debe sumergir su individualidad
en la de otro, sino que todos, como personas, debemos ser injertados
en la cepa madre, para que haya unidad en la diversidad. El gran
Artista maestro no ha hecho dos hojas del mismo árbol exactamente
iguales; de modo que su poder creador no le da a todas las mentes
la misma identidad. Han sido creadas para vivir por las edades sin
fin, y debe haber completa unidad, una mente combinándose con
la otra; pero ni siquiera dos deben corresponder al mismo molde.—
Manuscrito 116, 1898
.
Dios tiene para cada uno un propósito
Hay que estudiar las cosas del mundo natural, y hay que aplicar
sus lecciones a la vida espiritual, al crecimiento espiritual. Dios, no
el hombre, le ha dado a cada ser humano su tarea. Esta es una obra
individual: la formación de un carácter de acuerdo con la semejanza
divina. El lirio no debe luchar para ser semejante a la rosa. Hay
diferencias en la formación de las flores y de los frutos, pero todos
reciben sus diferencias de Dios. Todos son del Señor. De manera
que es designio divino que incluso los mejores seres humanos no
tengan todos el mismo carácter.—
Manuscrito 116, 1898
.
El respeto mutuo
Cada uno de nosotros tiene una labor que hacer. Podemos ser
de diferentes nacionalidades, pero todos debemos ser uno en Cristo.
Si permitimos que las peculiaridades de carácter y de disposición
nos separen aquí, ¿cómo podemos esperar vivir juntos en el cielo?
Debemos tener amor y respeto unos por otros. Debe existir entre
nosotros la unidad por la cual Cristo oró. Hemos sido comprados por
precio y debemos glorificar a Dios en nuestros cuerpos y en nuestros
espíritus.—
Manuscrito 20, 1905
.