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La depresión
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La frialdad en el matrimonio induce a la depresión (consejo a
un esposo)
Cuando usted se casó, su esposa lo amaba. Era sumamente sen-
sible, pero con paciencia de su parte y fortaleza por parte de ella, su
salud no sería lo que es hoy. Pero su fría austeridad hizo de usted
un témpano de hielo que congeló el canal del amor y el afecto. Su
tendencia a censurar y a descubrir errores ha sido como un granizo
desolador que cae sobre una planta sensible. Ha congelado y casi ha
destruido la vida de la planta. Su amor al mundo está consumiendo
los buenos rasgos de su carácter.
Su esposa tiene otra actitud y es más generosa. Pero cuando ella
ha manifestado sus tendencias generosas, aun en cosas de poca im-
portancia, usted ha experimentado un menoscabo de sus sentimientos
y la ha censurado. Usted alienta una actitud cerrada y resentida. Le
hace sentir a su esposa que es una carga, y que no tiene derecho de
ser generosa a sus expensas. Todas estas cosas son de una naturaleza
tan desalentadora, que ella se siente sin esperanzas y desamparada,
y no tiene fuerza para hacerles frente, sino que se repliega ante la
fuerza del golpe. Su enfermedad es depresión nerviosa. Si su vida
matrimonial fuera agradable, tendría un alto grado de salud. Pero du-
rante toda su vida de casado el demonio ha sido huésped en el seno
de su familia y se ha gozado a expensas de su miseria.—
Testimonies
for the Church 1:696 (1868)
.
La depresión es a veces resultado de excesos sexuales
Muchas familias viven sumamente infelices porque el esposo y
padre permite que su naturaleza animal predomine sobre su naturale-
za intelectual y moral. El resultado es una sensación de languidez y
depresión, cuya causa rara vez se adivina que es la consecuencia de
su propia conducta equivocada. Estamos bajo la solemne obligación
ante Dios de conservar puro el espíritu y el cuerpo sano, para ser de
beneficio a la humanidad, y a fin de ofrecerle al Señor un servicio
perfecto.
El apóstol pronuncia estas palabras de advertencia: “No reine,
pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis
en sus apetitos”.
Romanos 6:12
. Sigue exhortándonos al decir que