Capítulo 59—La formación del carácter
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Cada acto ejerce influencia sobre el carácter
Todo acto de la vida, por poco importante que parezca, ejerce su
influencia en la formación del carácter. Un buen carácter es la más
preciosa de todas las posesiones mundanales, y la obra de formarlo
es la más noble a la que pueda dedicarse el hombre.—
Testimonies
for the Church 4:657 (1881)
.
La mente es el huerto; el carácter es el fruto
Cada facultad del hombre es un obrero que está construyendo
para el tiempo y la eternidad. Cada día la estructura se eleva más
y más, aunque su poseedor no se dé cuenta de ello. Es un edificio
que debe ser levantado a modo de un fanal de advertencia contra la
deformidad; una estructura que Dios y los ángeles puedan admirar
por su armonía con el Modelo divino.
Las facultades mentales y morales que Dios nos ha dado no
constituyen el carácter. Son talentos que debemos emplear y que,
si se los usa correctamente, formarán un carácter recto. Alguien
puede tener preciosas semillas en la mano, pero esas semillas no
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son un huerto. Hay que plantar la semilla antes que se convierta en
árbol. La mente es el huerto; el carácter es el fruto. Dios nos ha dado
facultades para que las cultivemos y las desarrollemos. La conducta
que seguimos determina nuestro carácter. Adiestrar esas facultades
de manera que armonicen y desarrollen un carácter valioso, es una
obra que solo nosotros podemos hacer.—
Testimonies for the Church
4:606 (1881)
.
Un carácter noble se construye como resultado de duras
batallas contra el yo
Cristo no nos ha dado la seguridad de que sea asunto fácil lograr
la perfección del carácter. Un carácter noble, cabal, no se hereda.
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