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Mente, Carácter y Personalidad 2
La bondad social y la dignidad humana
A la mesa de los publicanos [Cristo] se sentaba como huésped
distinguido, demostrando por su compasión y la bondad de su trato
social que reconocía la dignidad humana; y los hombres, en cu-
yos corazones caían sus palabras con poder bendito y vivificador,
anhelaban hacerse dignos de su confianza. Se despertaban nuevos
impulsos, y a estos parias de la sociedad se les abría la posibilidad
de una vida nueva.—
El Ministerio de Curación, 16, 17 (1905)
.
Jesús enseñó a los discípulos los verdaderos deberes sociales
Cristo enseñó a sus discípulos a conducirse en compañía de otros.
Les enseñó las obligaciones y reglas de la verdadera vida social,
que son las mismas que aparecen en la ley del reino de Dios. Por
medio de su ejemplo, enseñó a sus discípulos que cuando asistieran
a cualquier reunión pública no tendrían necesidad de quedarse sin
palabras. Su conversación en medio de una fiesta difería decidida-
mente de la que se solía escuchar en los banquetes. Cada palabra
que pronunciaba tenía sabor de vida para vida. Hablaba con claridad
y sencillez. Sus palabras eran como manzanas de oro con figuras de
plata.—
MeM 196 (1900)
.
No hay que renunciar a la comunión social
El ejemplo de Cristo, al vincularse con los intereses de la hu-
manidad, debe ser seguido por todos los que predican su Palabra y
por todos los que han recibido el evangelio de su gracia. No hemos
de renunciar a la comunión social. No debemos apartarnos de los
demás. A fin de alcanzar a todas las clases, debemos tratarlas donde
se encuentran. Rara vez nos buscarán por su propia iniciativa. No
solo desde el púlpito han de ser los corazones humanos conmovidos
por la verdad divina. Hay otro campo de trabajo, más humilde tal
vez, pero tan plenamente promisorio. Se halla en el hogar de los
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humildes y en la mansión de los encumbrados: junto a la mesa hos-
pitalaria, y en las reuniones de inocente placer social.—
El Deseado
de Todas las Gentes, 126 (1898)
.