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Los pensamientos habituales
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La obligación de controlar los pensamientos
En el sermón de la montaña Jesús les presentó a sus discípulos
los abarcantes principios de la ley de Dios. Les enseñó a sus oyentes
que la ley se transgredía en pensamiento antes que el mal deseo se
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convirtiera en un acto. Tenemos la obligación de controlar nuestros
pensamientos y ponerlos en sujeción a la ley de Dios. Las nobles
facultades de la mente nos han sido dadas por Dios para que las
empleemos en la contemplación de las cosas celestiales. El Señor
ha provisto en abundancia para que el alma progrese continuamente
en la vida divina. Nos ha puesto instrumentos en cada mano para
ayudarnos en nuestro desarrollo en el conocimiento de la virtud.—
The Review and Herald, 12 de junio de 1888
.
Las mentes naturales, no están motivadas por ideales nobles
Si se le permite a la mente natural y egoísta seguir sus propios
deseos pecaminosos, obrará sin motivos elevados, sin propender a la
gloria de Dios, o al beneficio de la humanidad. Los pensamientos
serán pecaminosos, única y continuamente pecaminosos [...]. El
Espíritu de Dios produce una nueva vida en el alma, conduciendo
los pensamientos y los deseos a la obediencia de la voluntad de
Cristo.—
Nuestra Elavada Vocacion, 115 (1888)
.
El adversario no puede leer los pensamientos
El adversario de las almas no puede leer los pensamientos de los
hombres, pero es un agudo observador y toma nota de las palabras.
Registra las acciones y hábilmente adapta sus tentaciones a los casos
de quienes se colocan al alcance de su poder. Si trabajáramos para
reprimir los pensamientos y sentimientos pecaminosos, sin darles
expresión en palabras o acciones, Satanás sería derrotado, pues no
podría preparar sus engañosas tentaciones adecuadas para el caso.
¡Pero con cuánta frecuencia abren la puerta al adversario de las almas
los profesos cristianos por su falta de dominio propio!—
Mensajes
Selectos 1:143 (1887)
.