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En armonía con la ciencia
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La investigación no está en conflicto con la revelación
Dios es el fundamento de todas las cosas. Toda verdadera ciencia
está en armonía con las obras divinas; toda verdadera educación
conduce a obedecer al gobierno de Dios. La ciencia despliega nuevas
maravillas ante nuestros ojos, se remonta a lo alto y explora nuevas
profundidades; pero en su investigación no produce nada que esté en
conflicto con la revelación divina.—
Comentario Bíblico Adventista
7:928 (1884)
.
La ciencia no puede desentrañar los secretos divinos
“Las cosas secretas pertenecen a Jehová, nuestro Dios, pero
las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos por siempre”.
Deuteronomio 29:29
. Dios nunca reveló al hombre la manera precisa
como llevó a cabo la obra de la creación; la ciencia humana no
puede escudriñar los secretos del Altísimo. Su poder creador es
tan incomprensible como su propia existencia.—
Historia de los
Patriarcas y Profetas, 105 (1890)
.
La Biblia es nuestra guía en el estudio de las ciencias
Dependemos de la Biblia para conocer el principio de la historia
del mundo, la creación del hombre y su caída. Si eliminamos la
Palabra de Dios, ¿qué podemos esperar sino quedarnos con fábulas
y conjeturas, y con ese debilitamiento del intelecto que es el seguro
resultado de aceptar el error?
Necesitamos conocer la verdadera historia del origen de nuestro
planeta, la caída de Lucifer y la entrada del pecado en el mundo.
Sin la Biblia, estaríamos confundidos por falsas teorías. La mente
estaría sometida a la tiranía de la superstición y la falsedad. Pero,
puesto que disponemos de la auténtica historia de los comienzos
del mundo, no necesitamos enredarnos con conjeturas humanas y
teorías indignas de confianza.
Donde quiera se encuentren los cristianos, deben estar en comu-
nión con Dios. Y pueden disfrutar de la comprensión de la ciencia
santificada. Sus mentes pueden fortalecerse, como la de Daniel, a
quien Dios le dio “conocimiento e inteligencia en todas las letras y
ciencias”. Entre todos los jóvenes que examinó Nabucodonosor, “no