Apéndice b—Una confianza inconmovible...
479
súplica de gracia, de justicia, de paz y de amor. Debo confiar en él no
importa cuántos cambios se produzcan en mi atmósfera emocional.
Debo manifestar las alabanzas del que me llamó “de las tinieblas a
su luz admirable”.
1 Pedro 2:9
. Mi corazón debe permanecer firme
en Cristo, mi Salvador, para contemplar su amor y su bondad llena
de gracia. No debo confiar en él solamente de vez en cuando, sino
siempre, para que pueda manifestar los resultados de morar en Aquel
que me adquirió con su preciosa sangre. Debo aprender a creer en
sus promesas y a aceptarlas como la segura palabra de Dios para
tener una fe estable.
Muchos que aman a Dios y tratan de honrarlo temen no tener
derecho a reclamar sus ricas promesas. Se refieren a sus penosas
luchas y a la oscuridad que se extiende sobre su senda, y al hacerlo
pierden de vista la luz del amor que Jesucristo derramó sobre ellos.
Pierden de vista la gran redención que fue adquirida para ellos a
un costo infinito. Muchos están de pie allá lejos, como si tuvieran
miedo de tocar aunque sea el borde de la túnica de Cristo, pero su
invitación llena de gracia se les extiende incluso a ellos, y él sigue
rogando: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y
yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de
mí, que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para
vuestras almas porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”.
Mateo
11:28-30
.—
Manuscrito 61, 1894
.