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Mente, Carácter y Personalidad 2
prestar atención a cada una, porque cada una de ellas ejerce influen-
cia sobre las demás, y todas tienen que ser ejercitadas para que la
mente esté equilibrada.
Si se cultivan uno o dos órganos y se los mantiene en uso cons-
tante porque la decisión de sus hijos consiste en la fortaleza de la
mente en una dirección con descuido de otras facultades mentales,
llegarán a la madurez con mentes desequilibradas y con caracteres
desarmónicos. Serán aptos y fuertes en una dirección, pero suma-
mente deficientes en otras direcciones tan importantes como aquella.
No serán hombres y mujeres competentes. Sus deficiencias serán
evidentes y perjudicarán a todo el carácter.—
Testimonies for the
Church 3:26 (1872)
.
Cuando los ministros, los maestros y los estudiantes estimulan
continuamente su cerebro por el estudio y dejan al cuerpo inactivo,
los nervios de la emoción se recargan mientras que los del mo-
vimiento permanecen inactivos. Al usarse solamente los órganos
mentales estos se desgastan y debilitan, mientras que los músculos
pierden su vigor por falta de actividad. No hay inclinación a ejercitar
los músculos mediante el trabajo físico porque el ejercicio parece
penoso.—
Joyas de los Testimonios 1:421 (1875)
.
Cuidado con el exceso de trabajo
Recuerden que el hombre debe preservar el talento de la inteli-
gencia, dado por Dios, mediante la conservación de la maquinaria
física en actividad armoniosa. Se necesita ejercicio físico diario para
disfrutar de salud. No es el trabajo, sino el exceso de trabajo, sin
períodos de descanso, lo que quebranta a la gente, y pone en peligro
las fuerzas vitales. Los que trabajan en exceso pronto llegan a la
situación de trabajar en forma desesperada.
El trabajo que se hace para el Señor debe hacerse con alegría y
valor. Dios quiere que pongamos espíritu, vida y esperanza en nues-
tra labor. Los obreros cuyo trabajo es más intelectual deben prestar
la debida atención a cada parte del cuerpo humano, distribuyendo
equitativamente la presión. El esfuerzo físico y mental, combinado
con sabiduría, conservará al ser humano en una condición tal que lo
hará acepto a Dios [...].
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