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El régimen alimentario y la mente
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provea alimento sano, recorre los restaurantes donde pueda satisfa-
cer su apetito sin restricción. Locuaz defensor de la temperancia,
desprecia sus principios funtamentales. Quiere alivio, pero se niega
a obtenerlo al precio de la abnegación.
Este hombre está adorando ante el altar del apetito pervertido. Es
un idólatra. Las facultades que, santificadas y ennoblecidas, podrían
ser empleadas para honrar a Dios, son debilitadas y hechas de poca
utilidad. Un genio irritable, una mente confusa y nervios desquicia-
dos, se cuentan entre los resultados de ese desprecio por las leyes
naturales. Este hombre no es digno de confianza ni eficiente.—
Joyas
de los Testimonios 2:55, 56 (1882)
.
Íntima relación entre lo que comemos y la mente
En relación con la declaración de Pedro de que debemos añadir
“al dominio propio paciencia” (
2 Pedro 1:6
), me referí (en un dis-
curso) a la bendición de la reforma pro salud, y a las ventajas que se
logran mediante el uso de la apropiada combinación de alimentos
sencillos y nutritivos. Me referí a la íntima relación que existe entre
el comer y el beber, y la condición de la mente y el carácter. No nos
podemos dar el lujo de desarrollar un mal carácter como consecuen-
cia de malos hábitos de vida.—
The Review and Herald, 12 de julio
de 1906
.
La complacencia del apetito es la mayor causa de debilidad
mental
La complacencia del apetito es la causa más importante de la
debilidad física y mental y el cimiento de la flaqueza que se nota por
doquiera.—
Joyas de los Testimonios 1:417 (1875)
.
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Mente confundida por un régimen alimentario inadecuado
No debemos preparar para el sábado una mayor cantidad o va-
riedad de alimentos que para los demás días. En lugar de ello, las
comidas deberían ser más sencillas, y se debería comer menos, para
que la mente esté clara y vigorosa a fin de comprender las cosas
espirituales. El exceso de comida nubla la mente. Se pueden oír las