Página 143 - Mente, C

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La ira
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su mente y su corazón. Disponemos de muy poco tiempo en este
mundo; trabajemos para el tiempo y la eternidad. Sea diligente al
asegurar su vocación y elección. Trate de no cometer ningún error
con respecto a su título para un hogar en el reino de Cristo. Si su
nombre está anotado en el libro de la vida del Cordero, todo estará
bien con Ud. Esté dispuesto a confesar sus faltas y a abandonarlas,
de manera que sus errores y pecados vayan a juicio antes de Ud., y
sean borrados.—
Testimonies for the Church 5:331 (1885)
.
El carácter incontrolable puede ser vencido
—Las enseñanzas
de Cristo, puestas en práctica en la vida, elevarán al hombre, por
más bajo que sea el lugar que ocupe en la escala del valor moral
de Dios. Los que luchan por subyugar los defectos naturales de
sus caracteres, no podrán recibir la corona a menos que combatan
legalmente; pero aquellos a quienes a menudo se ve en oración,
en procura de la sabiduría que proviene de lo alto, se asemejarán
a lo divino. Los modales toscos, el carácter incontrolable, serán
sometidos a la obediencia de la ley divina.—
Carta 316, 1908
.
Resistan el enojo
—Para esta gente hay sólo un remedio: un
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dominio propio positivo en toda circunstancia. El esfuerzo tendien-
te a colocarse en lugares favorables, donde la voluntad propia no
sea molestada, puede tener éxito por un tiempo; pero Satanás sabe
dónde encontrar a esas pobres almas, y las atacará en sus puntos
débiles una y otra vez. Se sentirán continuamente perturbadas mien-
tras sigan pensando en sí mismas... Pero hay esperanza para ellas.
Poned esta vida, tan tormentosa debido a sus conflictos y dificul-
tades, en relación con Cristo, y el yo no pretenderá más tener la
supremacía...—
HHD 144 (1886)
.
Deberían humillarse, diciendo con franqueza: “Me equivoqué.
¿Podría perdonarme? Porque Dios ha dicho que no debemos permitir
que el sol se ponga sobre nuestro enojo”. Esta es la única manera
segura de lograr la victoria. Muchos... alimentan su enojo y se llenan
de sentimientos de venganza y de odio... Resistan esos sentimientos
equivocados, y experimentarán un gran cambio en su relación con
sus semejantes.—
The Youth’s Instructor, 10 de noviembre de 1886
;
Sons and Daughters of God, 142
.
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