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Mente, Cáracter y Personalidad 2
impulso venció su razón, y Ud. ya no podía recordar ni el daño que
se le había hecho ni el que se le podría llegar a hacer a una institu-
ción de Dios. Nuestra única salvaguardia en todas las circunstancias
consiste en conservarnos siempre dueños de nosotros mismos con la
fortaleza de Jesús, nuestro Redentor.—
Testimonies for the Church
4:431 (1880)
.
Las represalias sólo producen malos resultados
—Mucho me-
jor sería para nosotros sufrir bajo una falsa acusación que infligirnos
la tortura de vengarnos de nuestros enemigos. El espíritu de odio
y venganza tuvo su origen en Satanás, y sólo puede reportar mal a
quien lo abrigue. La humildad del corazón, esa mansedumbre re-
sultante de vivir en Cristo, es el verdadero secreto de la bendición.
“Hermoseará a los humildes con la salvación”.
Salmos 149:4
.—
El
Discurso Maestro de Jesucristo, 19, 20 (1896)
.
Cuando esté enojado, no hable
—Los que se irritan con facili-
dad, no deben tomar represalias cuando se pronuncian palabras que
los ofenden. Busquen a Dios en oración, pidiéndole que les muestre
cómo trabajar por las almas que perecen en pecado. Los que se man-
tengan ocupados en esta obra, serán imbuidos de tal manera por el
Espíritu de Dios, que sus modales, su voz y su vida entera serán una
revelación de Cristo. Hagan la prueba, hermanos, hagan la prueba.
Crucifiquen el yo, en lugar de tratar de crucificar a sus hermanos.
“Si alguno quiere venir en pos de mí—dijo Jesús—, niéguese a sí
mismo, y tome su cruz, y sígame”.
Mateo 16:24
.—
Carta 11, 1905
.
Hagamos frente a la ira con el silencio
—Hay un poder maravi-
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lloso en el silencio. Cuando os hablen con impaciencia no repliquéis
de la misma manera. Las palabras dirigidas en respuesta a uno que
está enojado actúan generalmente como un látigo que acrecienta la
furia de la ira. En cambio, pronto se disipa la ira si se le hace frente
con el silencio. Frene el cristiano su lengua, resolviendo firmemente
no pronunciar palabras ásperas e impacientes. Con la lengua frenada
puede salir victorioso de cada prueba de la paciencia por la cual
tenga que pasar.—
Mensajes para los Jóvenes, 134 (1907)
.
Cultivemos un espíritu conciliador (consejo a alguien que
necesitaba una actitud pacifista)
—Con respecto a su actual rela-
ción con la iglesia, mi consejo sería que Ud. hiciera todo lo posible
para ponerse en armonía con sus hermanos. Cultive una actitud ama-
ble y conciliadora, y no deje que sentimientos de venganza asalten