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El odio y la venganza
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El mundo aborreció a Cristo porque era diferente
—La dife-
rencia entre el carácter de Cristo y el de los otros hombres de su
época era perfectamente perceptible, y por causa de esa diferencia
el mundo lo aborreció. Lo odiaba por su bondad y su estricta in-
tegridad. Y Cristo declaró que los que manifestaran esos mismos
atributos, también serían odiados. A medida que nos acerquemos al
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fin del tiempo, este odio por los seguidores de Cristo será cada vez
más evidente.
Jesús tomó la naturaleza humana y soportó el odio del mundo
para demostrar a los hombres y las mujeres que pueden vivir sin
pecado, para que sus palabras, sus actos y su actitud pudieran ser
santificados por Dios. Podemos ser perfectos cristianos si manifes-
tamos este poder en nuestras vidas. Cuando la luz del cielo repose
sobre nosotros continuamente, representaremos a Cristo. La luz de la
justicia revelada en su vida, distinguió a Jesús del mundo, y suscitó
su odio.—
Manuscrito 97, 1909
.
El odio proviene del deseo de venganza
—Satanás disputó to-
dos los asertos del Hijo de Dios, y empleó a los hombres como
agentes suyos para llenar la vida del Salvador de sufrimientos y
penas. Los sofismas y las mentiras por medio de los cuales procuró
obstaculizar la obra de Jesús, el odio manifestado por los hijos de
rebelión, sus acusaciones crueles contra Aquel cuya vida se rigió
por una bondad sin precedente, todo ello provenía de un sentimiento
de venganza profundamente arraigado. Los fuegos concentrados de
la envidia y la malicia, del odio y la venganza, estallaron en el Cal-
vario contra el Hijo de Dios, mientras el cielo miraba con silencioso
horror.—
El Conflicto de los Siglos, 555, 556 (1888)
.
El odio hacia los padres (palabras dirigidas a una joven)
Ud. tiene una obra especial que hacer, que consiste en confesar con
humildad su conducta irrespetuosa hacia sus padres. No hay razón
para que se manifiesten en usted esos sentimientos antinaturales
hacia ellos. Es una actitud totalmente satánica, y Ud. se ha entregado
a ella porque su madre no ha sancionado su conducta. Sus senti-
mientos no se limitan a una evidente antipatía, a una decidida falta
de respeto, sino que han llegado al odio, la malicia, la envidia y los
celos, manifiestos en sus actos, que les han producido sufrimientos
y privaciones. Ud. no tiene la intención de brindarles felicidad, ni
siquiera comodidad. Sus sentimientos son inmutables. A veces su
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