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Mente, Cáracter y Personalidad 2
Una emoción pecaminosa
—La ley de Dios toma en cuenta los
celos, la envidia, el odio, la malignidad, la venganza, la concupiscen-
cia y la ambición que agitan el alma, pero no han hallado expresión
en acciones externas porque ha faltado la oportunidad aunque no la
voluntad. Y se demandará cuenta de esas emociones pecaminosas en
el día cuando “Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda co-
sa encubierta, sea buena o sea mala”.
Eclesiastés 12:14
.—
Mensajes
Selectos 1:254, 255 (1886)
.
El crimen nace en el corazón
—Jesús consideró los Manda-
mientos por separado, y explicó la profundidad y anchura de sus
requerimientos. En vez de quitarles una jota de su fuerza, demostró
cuán abarcantes son sus principios y desenmascaró el error fatal de
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los judíos en su demostración exterior de obediencia. Declaró que
por el mal pensamiento o la mirada concupiscente se quebranta la
Ley de Dios. El que toma parte en la menor injusticia está violando
la ley y degradando su propia naturaleza moral. El homicidio existe
primero en la mente. El que concede al odio un lugar en su corazón,
está poniendo los pies en la senda del homicida, y sus ofrendas
son aborrecibles para Dios.—
El Deseado de Todas las Gentes, 276
(1898)
.
Una violación al sexto mandamiento
—Todo acto de injusticia
que contribuya a abreviar la vida, al espíritu de odio y de venganza,
o a abrigar cualquier pasión que se traduzca en hechos perjudiciales
para nuestros semejantes o que nos lleve siquiera a desearles mal,
pues “cualquiera que aborrece a su hermano es homicida”... es,
en mayor o menor grado, una violación al sexto mandamiento.—
Historia de los Patriarcas y Profetas, 316, 317 (1890)
.
Satanás comunica su propio odio
—Cuando se permite que
Satanás amolde la voluntad, él la usa para llevar a cabo sus fines. Fo-
menta teorías de incredulidad e incita al corazón humano a guerrear
contra la Palabra de Dios. Con esfuerzos persistentes, perseverantes,
trata de inspirar a los hombres con sus propias energías de odio y
antagonismo contra Dios, y de ponerlos en orden de batalla contra
las instituciones y los requerimientos del cielo y las operaciones del
Espíritu Santo. Alista bajo su estandarte a todos los agentes del mal,
y los lleva al campo de batalla bajo su mando, para oponer al bien el
mal.—
Mensajes para los Jóvenes, 52 (1903)
.