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La formación del carácter
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complacencia ha echado a perder su gusto por el alimento sencillo
y saludable, por el uso recto y útil de su tiempo; la complacencia
ha hecho la obra de desquiciar aquel carácter para el tiempo y la
eternidad.—
Conducción del Niño, 254 (1897)
.
Hay que disciplinar la mente y el corazón
—Los niños a quie-
nes se les permite que hagan lo que les da la gana, no son felices. El
corazón no subyugado no posee en sí mismo los elementos del repo-
so y el contentamiento. Hay que disciplinar la mente y el corazón, y
someterlos a una restricción adecuada, para que el carácter armonice
con las sabias leyes que gobiernan nuestro ser. La inquietud y el
descontento son los frutos de la complacencia y el egoísmo. El suelo
del corazón, como el de un jardín, producirá malezas y espinas, a
menos que se siembren en él semillas de preciosas flores, y que éstas
reciban cuidado y cultivo. Lo mismo que ocurre en la naturaleza
visible, acontece en el alma humana.—
Testimonies for the Church
4:202, 203 (1876)
.
Los hábitos formados en la juventud marcan el curso de la
vida
—Cada joven determina la historia de su vida por los pen-
samientos y sentimientos acariciados en sus primeros años. Los
hábitos correctos, virtuosos y viriles, formados en la juventud, se
convertirán en parte del carácter y, por regla general, señalarán el
curso del individuo para toda la vida. Los jóvenes pueden convertirse
en depravados o virtuosos por elección propia. Pueden llegar tanto a
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distinguirse por hechos dignos y nobles como por grandes crímenes
y maldad.—
Conducción del Niño, 181 (1910)
.
Una experiencia que se vive día tras día
—El intelecto recibe
continuamente su molde por las oportunidades y ventajas mal o bien
aprovechadas. Día tras día formamos caracteres que colocan a los
estudiantes, como soldados bien disciplinados, bajo el estandarte del
príncipe Emanuel, o como rebeldes bajo el estandarte del príncipe
de las tinieblas.—
Conducción del Niño, 185 (1880)
.
Cómo se forma el carácter (consejo a una madre)
—Tratar
con las mentes humanas es un trabajo muy delicado. La disciplina
necesaria para uno quebrantaría a otro; por lo tanto, padres, estu-
diad el carácter de vuestros hijos. Nunca seáis rudos ni actuéis por
impulso.
He visto a una madre arrebatar de la mano de su hija algo que le
estaba proporcionando un placer especial, y la niña no entendía la