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Mente, Cáracter y Personalidad 2
Preparación del alma para la paz
—El Señor permite los con-
flictos a fin de preparar el alma para la paz.—
El Conflicto de los
Siglos, 691 (1888)
.
La experiencia religiosa se obtiene sólo por medio de con-
flictos
—Con energía y fidelidad los jóvenes deben arrostrar las exi-
gencias que se les hacen; y eso será una garantía de éxito. Los
jóvenes que nunca hayan triunfado en los deberes temporales de la
vida estarán igualmente sin preparación para dedicarse a los deberes
superiores. La experiencia religiosa se obtiene solamente por el con-
flicto, por los chascos, por severa disciplina propia y por la oración
ferviente. Los pasos que llevan hacia el cielo deben darse uno a la
vez; y cada paso nos da fuerza para el siguiente.—
Consejos para los
Maestros Padres y Alumnos, 96, 97; 79 (1913)
.
Felicidad ahora mismo
—Yo no espero recibir toda mi felicidad
en el más allá. Experimento felicidad ya a lo largo de mi camino. Sin
embargo tengo pruebas y aflicciones; pero fijo la mirada en Jesús.
Es en los lugares estrechos y difíciles donde él está precisamente a
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nuestro lado. Podemos comulgar con él y colocar nuestras cargas
sobre Aquel que las lleva todas y decir: “Oh Señor, no puedo llevar
por más tiempo estas cargas”. Entonces él nos dice: “Mi yugo es
fácil, y ligera mi carga”.
Mateo 11:30
. ¿Lo creéis? Yo lo he probado.
Yo lo amo; lo amo. Veo en él un encanto inigualable. Y deseo
alabarlo en el reino de Dios.—
Notas Biográficas de Elena G. de
White, 321 (1915)
.
Dos principios antagónicos
—El reino de Dios viene sin mani-
festación exterior. El evangelio de la gracia de Dios, con su espíritu
de abnegación, no puede nunca estar en armonía con el espíritu del
mundo. Los dos principios son antagónicos. “Mas el hombre animal
no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son
locura; y no las puede entender, porque se han de examinar espiri-
tualmente”.
1 Corintios 2:14
.—
El Deseado de Todas las Gentes, 470
(1898)
.
No nos conformemos a los principios y costumbres del mun-
do
—Como Israel, los cristianos ceden a menudo a la influencia del
mundo, y se amoldan a sus principios y costumbres para ganar la
amistad de los impíos; pero al fin se verá que estos supuestos amigos
son sus enemigos más peligrosos.