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Conflicto y conformidad
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La Biblia enseña clara y expresamente que no puede haber ar-
monía entre el pueblo de Dios y el mundo. “Hermanos míos, no os
maravilléis si el mundo os aborrece”.
1 Juan 3:13
. Nuestro Salvador
dice: “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me aborreció antes
que a vosotros”.
Juan 15:18
. Satanás obra por medio de los impíos,
bajo el disfraz de una presunta amistad, para seducir a los hijos de
Dios y hacerlos pecar, a fin de separarlos de él, y una vez eliminada
la defensa de ellos, inducirá a sus agentes a volverse contra ellos y
procurar su destrucción.—
Historia de los Patriarcas y Profetas, 602
(1890)
.
Fuego común y fuego sagrado
—La verdad de Dios no ha sido
magnificada en su pueblo creyente, porque no la han incorporado
a su experiencia personal. Se conforman al mundo y dependen de
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él para ejercer influencia. Permiten que el mundo los convierta, e
introducen el fuego común para que tome el lugar del fuego sagrado
con el fin de poder alcanzar la norma del mundo en su obra.
No habría que hacer esos esfuerzos para imitar las costumbres
del mundo. Ese es fuego común; no sagrado. El pan vivo no sólo
debe ser admirado: también hay que comerlo. Ese pan que desciende
del cielo da vida al alma. Es la levadura que absorbe todos los
elementos del carácter para unirlos con el carácter de Cristo, y le da
forma a todas las discutibles tendencias heredadas y cultivadas para
que adquieran la semejanza divina.—
Manuscrito 96, 1898
.
Cristo y la conformidad
—¡Qué maravillosa es la obra de la
gracia en el corazón humano! Da sabiduría al ser humano para que
use los talentos, que son los medios, no para la complacencia propia
sino para la abnegación, a fin de impulsar la obra misionera. Cristo,
el Hijo de Dios, fue un misionero enviado a nuestro mundo. El dice:
“Si alguien quiere seguirme, deje todo atrás”. Uds. no pueden amarlo
si copian las modas del mundo y disfrutan de la compañía de los
mundanos.—
Carta 238, 1907
.
La conformidad con el mundo rebaja las normas
—Al con-
formarse la iglesia a las costumbres del mundo, se vuelve mundana;
pero esa conformidad no convierte jamás al mundo a Cristo. A medi-
da que uno se familiariza con el pecado, éste aparece inevitablemente
menos repulsivo. El que prefiere asociarse con los siervos de Satanás
dejará pronto de temer al señor de ellos. Cuando somos probados en
el camino del deber, cual lo fue Daniel en la corte del rey, podemos