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Mente, Cáracter y Personalidad 2
estar seguros de la protección de Dios; pero si nos colocamos a
merced de la tentación, caeremos tarde o temprano.—
El Conflicto
de los Siglos, 563 (1888)
.
La conformidad con el mundo pervierte gradualmente los
principios correctos
—La conformidad con el mundo le está ha-
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ciendo perder su identidad a nuestro pueblo. La perversión de los
principios rectos no se ha producido repentinamente. El ángel del
Señor me presentó este asunto por medio de símbolos. Me parecía
como si un ladrón se estuviera acercando sigilosamente cada vez
más, en forma gradual pero segura, para robar la identidad de la
obra de Dios al inducir a nuestros hermanos a conformarse con las
costumbres del mundo.
La mente del hombre ha ocupado el lugar que por derecho le
pertenece a Dios. No importa qué cargo desempeñe un hombre, no
importa cuán exaltada sea su posición, debería obrar como Cristo
lo haría si estuviera en su lugar. En cada aspecto de la obra que él
lleve a cabo, en sus palabras y en su carácter, debería ser semejante
a Cristo.—
Manuscrito 96, 1902
.
Unidad sí, pero no a costa de la conformidad con el mundo
Algunos que profesan ser leales a la ley de Dios se han apartado
de la fe y han humillado a su pueblo hasta el polvo, presentándolo
como si fuera uno de los mundanos. Dios ha visto esto, y ha tomado
nota de ello. Ha llegado el tiempo cuando, no importa cuánto cueste,
debemos ocupar el puesto que Dios nos ha asignado.
Los adventistas del séptimo día debemos estar de pie ahora, se-
parados y diferentes, un pueblo al cual el Señor llama suyo. Mientras
no lo hagan, Dios no será glorificado por ellos. La verdad y el error
no pueden permanecer en sociedad. Ubiquémonos donde el Señor
nos ha dicho que debemos estar... Debemos luchar por la unidad
pero no descender al nivel inferior de la conformidad con los proce-
dimientos del mundo y la unión con las iglesias populares.—
Carta
113, 1903
.
Una línea de demarcación
—La Iglesia Adventista del Séptimo
Día necesita una obra de reforma profunda y cabal. No se debe per-
mitir que el mundo corrompa los principios del pueblo que guarda
los Mandamientos de Dios. Los creyentes deben ejercer una in-
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fluencia que dé testimonio del poder de los principios celestiales.
Quienes se unen con la iglesia deben dar evidencia de un cambio