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Función vital de las leyes de Dios
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instantáneamente testifica de la gloria de Dios.—
Comentario Bíblico
Adventista 3:1162 (1898)
.
Todos debemos conformarnos a la Ley de Dios
—Cristo vino
para dar un ejemplo de perfecta conformidad con la Ley de Dios,
tal como se requiere de todos, desde Adán, el primer hombre, hasta
el último hombre que viva en la tierra. Declaró que su misión no
consistía en destruir la Ley sino en cumplirla mediante una perfecta
y cabal obediencia. De esa manera la magnificó y engrandeció. Por
medio de su vida manifestó su naturaleza espiritual. A la vista de
los seres celestiales, de los mundos que no han caído y de un mun-
do desobediente, desagradecido e impío, él cumplió los abarcantes
principios de la Ley.
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Vino para demostrar el hecho de que la humanidad, aliada por
la fe con la divinidad, puede guardar los Mandamientos de Dios.
Vino para poner en claro el carácter inmutable de la Ley de Dios,
para declarar que la desobediencia y la transgresión nunca serán
premiadas con la vida eterna. Vino como hombre a la humanidad,
para que ésta pudiera tocar la humanidad, mientras la Divinidad se
aferraba del trono del Altísimo.
Pero en ningún caso vino para disminuir la obligación del hom-
bre de ser perfectamente obediente. No destruyó la validez de las
Escrituras del Antiguo Testamento. Cumplió lo que había sido pre-
dicho por Dios mismo. Vino, no para liberar a los hombres de los
requerimientos de la ley, sino para abrir un camino por medio del
cual pudieran obedecer esa Ley y enseñar a otros a hacer lo mismo.—
The Review and Herald, 15 de noviembre de 1898
.
Dios no anula su Ley
—El Señor no salva a los pecadores por
medio de la abrogación de su Ley, fundamento de su gobierno en
el cielo y en la tierra. Dios es juez y guardián de la justicia. La
transgresión de su Ley en una sola instancia, en el más pequeño
detalle, es pecado. El Altísimo no puede dejar a un lado su Ley
ni descartar el más pequeño de los Mandamientos para perdonar el
pecado. La justicia, la excelencia moral y la Ley deben ser sostenidas
y vindicadas delante del universo celestial. Y esa santa Ley no podía
ser avalada por un precio menor que la muerte del Hijo de Dios.—
The Review and Herald, 15 de noviembre de 1898
.
Las leyes de Dios no fueron anuladas por él
—Dios no anula
sus leyes. No obra contrariamente a ellas. No deshace la obra del