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Mente, Cáracter y Personalidad 2
Muchos se quejan de la Providencia cuando sus amigos sufren
o son llevados por la muerte; pero no es el plan de Dios que los
hombres y las mujeres soporten vidas de sufrimiento y mueran
prematuramente con su tarea inconclusa. Dios quiere que vivamos
la plena medida de nuestros días, con cada órgano en condición de
salud, cada cual llevando a cabo su tarea asignada. Es injusto acusar
al Señor de resultados que en muchos casos son consecuencia de la
propia transgresión, por parte del individuo, de la ley natural.—
The
Review and Herald, 11 de febrero de 1902
.
Respuesta al deísmo
—Muchos enseñan que la materia posee
poderes vitales; que se le impartieron ciertas propiedades y luego
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se la dejó actuar mediante su propia energía inherente; que las
operaciones de la naturaleza se llevan a cabo en conformidad con
leyes fijas, en las cuales Dios mismo no puede intervenir. Esta es
una ciencia falsa, y no está respaldada por la Palabra de Dios. La
naturaleza es la sierva de su Creador. Dios no anula sus leyes, ni
tampoco obra contrariándolas: las usa continuamente como sus
instrumentos. La naturaleza atestigua que hay una inteligencia, una
presencia y una energía activa, que obran dentro de sus leyes y
mediante ellas. Existe en la naturaleza la acción del Padre y del
Hijo. Cristo dice “Mi Padre hasta ahora obra, y yo obro”.
Juan
5:17
.—
Historia de los Patriarcas y Profetas, 106, 107 (1890)
.
La obediencia trae felicidad
—Al mismo tiempo que aprenden
[los estudiantes] a estudiar lecciones que enseñan todas las cosas
creadas y todas las circunstancias de la vida, muéstreseles que las
mismas leyes que rigen las cosas de la naturaleza y los sucesos de la
vida deben regirnos a nosotros; que son promulgadas para nuestro
bien; y que únicamente obedeciéndolas podemos hallar felicidad y
éxito verdaderos.—
La Educación, 103 (1903)
.
Los abarcantes principios de la Ley
—En sus enseñanzas, Cris-
to mostró cuán abarcantes son los principios de la Ley pronunciados
desde el Sinaí. Hizo una aplicación viviente de aquella Ley cuyos
principios permanecen para siempre como la gran norma de justicia:
la norma por la cual serán juzgados todos en aquel gran día, cuando
el juez se siente y se abran los libros. El vino para cumplir toda jus-
ticia y, como cabeza de la humanidad, para mostrarle al hombre que
puede hacer la misma obra, haciendo frente a cada especificación
de los requerimientos de Dios. Mediante la medida de su gracia