Página 193 - Mente, C

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La comunicación
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al cultivo de la voz. Deben aprender a hablar, no de una manera
nerviosa y apresurada, sino con enunciación lenta, distinta y clara, y
conservando la música de la voz.
La voz del Salvador era como música a los oídos de aquellos
que habían estado acostumbrados a la prédica monótona y sin vida
de los escribas y fariseos. El hablaba lenta e impresionantemente,
recalcando las palabras a las cuales deseaba que sus oyentes pres-
tasen atención especial. Ancianos y jóvenes, ignorantes y sabios,
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todos podían comprender el pleno significado de sus palabras. Esto
habría sido imposible si él hubiese hablado en forma apresurada,
acumulando frase sobre frase sin pausa alguna. La gente lo escu-
chaba con mucha atención, y se dijo de él que hablaba no como
los escribas y fariseos, sino que su palabra era como de quien tiene
autoridad.—
Consejos para los Maestros Padres y Alumnos, 227;
183 (1913)
.
Claridad de expresión y énfasis apropiados
—Por oración fer-
viente y esfuerzo diligente, debemos alcanzar idoneidad para hablar.
Esta idoneidad incluye el pronunciar cada sílaba claramente, po-
niendo la fuerza y el énfasis donde pertenecen. Hablad lentamente.
Muchos hablan velozmente, apresurándose de una palabra a otra,
con tal rapidez que se pierde el efecto de lo que se dice. Poned
el espíritu y la vida de Cristo en lo que decís.—
Consejos para los
Maestros Padres y Alumnos, 241; 194 (1913)
.
Modulemos las palabras y digamos cada sentencia a su tiem-
po
—En los días de mi juventud acostumbraba hablar en tono de-
masiado alto. El Señor me mostró que yo no podía realizar una
impresión debida sobre la gente elevando la voz a un tono antinatu-
ral. Luego me fue presentado Cristo y su manera de hablar; y en su
voz había una dulce melodía. Su voz, expresada con lentitud y calma,
llegaba a sus oyentes, y sus palabras penetraban en sus corazones,
y ellos eran capaces de aprehender lo que él había dicho antes que
pronunciara la frase siguiente. Al parecer algunos piensan que deben
correr todo el tiempo, porque si no lo hacen perderán la inspiración
y la gente también perderá la inspiración. Si eso es inspiración, que
la pierdan, y cuanto antes mejor.—
El Evangelismo, 486 (1890)
.
La facultad del habla debe estar bajo el dominio de la ra-
zón
—Vuestra influencia debe ser abarcante y vuestras facultades de
comunicación deben estar bajo el control de la razón. Cuando forzáis
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