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Las relaciones sociales
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Por medio de su ejemplo, enseñó a sus discípulos que cuando asis-
tieran a cualquier reunión pública no tendrían necesidad de quedarse
sin palabras. Su conversación en medio de una fiesta difería decidi-
damente de la que se solía escuchar en los banquetes. Cada palabra
que pronunciaba tenía sabor de vida para vida. Hablaba con claridad
y sencillez. Sus palabras eran como manzanas de oro con figuras de
plata.—
MeM 196 (1900)
.
No hay que renunciar a la comunión social
—El ejemplo de
Cristo, al vincularse con los intereses de la humanidad, debe ser
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seguido por todos los que predican su Palabra y por todos los que
han recibido el evangelio de su gracia. No hemos de renunciar a la
comunión social. No debemos apartarnos de los demás. A fin de
alcanzar a todas las clases, debemos tratarlas donde se encuentran.
Rara vez nos buscarán por su propia iniciativa. No sólo desde el
púlpito han de ser los corazones humanos conmovidos por la verdad
divina. Hay otro campo de trabajo, más humilde tal vez, pero tan
plenamente promisorio. Se halla en el hogar de los humildes y en
la mansión de los encumbrados; junto a la mesa hospitalaria, y en
las reuniones de inocente placer social.—
El Deseado de Todas las
Gentes, 126 (1898)
.
La necesidad de compañerismo
—No es pequeña la privación
que se experimenta cuando la gente se aleja de las reuniones del
pueblo de Dios. Como hijos del Altísimo debemos estar presentes
en toda reunión del Señor, donde se le pida a su pueblo que esté
presente, para impartir la palabra de vida. Todos necesitan luz y toda
la ayuda que puedan conseguir, a fin de que cuando hayan oído y
recibido los preciosos mensajes del cielo, por medio de los instru-
mentos señalados por Dios, puedan estar preparados para impartir a
otros la luz que se les dio.—
Carta 117, 1896
.
La educación da forma a la estructura social
—La educación
que se imparte a los jóvenes da forma a toda su estructura social.
En todo el mundo la sociedad está en desorden, y se necesita una
cabal transformación. Muchos suponen que mejores equipos edu-
cacionales, mayores talentos y métodos más modernos, arreglarán
las cosas. Profesan creer en los oráculos divinos y recibirlos, y sin
embargo le dan a la Palabra de Dios una ubicación subalterna en la
gran estructura de la educación. Lo que debería ocupar el primer