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La voluntad y la decisión
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siempre están quejándose, no están tan mal como se imaginan. Al-
gunos de ellos tienen una fuerte voluntad que si se la ejerciera en la
correcta dirección, sería un medio poderoso para controlar la imagi-
nación y así resistir la enfermedad. Pero con demasiada frecuencia
se ejerce la voluntad en la dirección equivocada, y ésta rehusa tenaz-
mente someterse a la razón. La voluntad ya ha definido el asunto; ha
decidido que son inválidos, y recibirán la atención que merecen los
inválidos, a pesar de la opinión de los demás.—
Testimonies for the
Church 2:524 (1870)
.
La voluntad en el tratamiento de la enfermedad
—El poder
de la voluntad no se aprecia debidamente. Mantened despierta la
voluntad y encaminadla con acierto, y comunicará energía a todo
el ser y constituirá un auxilio admirable para la conservación de
la salud. La voluntad es también poderosa en el tratamiento de las
enfermedades...
Ejercitando la fuerza de voluntad para ponerse en armonía con
las leyes de la vida, los pacientes pueden cooperar en gran manera
con los esfuerzos del médico para su restablecimiento. Son miles
los que pueden recuperar la salud si quieren. El Señor no desea
que estén enfermos, sino sanos y felices; y ellos mismos deberían
decidirse a estar bien.
Muchas veces los enfermizos pueden resistir la enfermedad, ne-
gándose sencillamente a rendirse al dolor y a permanecer inactivos.
Sobrepónganse a sus dolencias y emprendan alguna ocupación pro-
vechosa adecuada a su fuerza. Mediante esta ocupación y el libre
uso de aire y sol, muchos enfermos demacrados podrían recuperar
salud y fuerza.—
El Ministerio de Curación, 189, 190 (1905)
.
Se promete mejor salud
—Los malos hábitos y las malas cos-
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tumbres están produciendo entre los hombres toda clase de enferme-
dades. Logremos que el entendimiento se convenza, por medio de
la educación, de la pecaminosidad de abusar y degradar las facul-
tades que Dios nos ha dado. Que la mente adquiera inteligencia y
la voluntad sea puesta del lado del Señor, y entonces la salud física
mejorará maravillosamente.
Pero esto nunca puede lograrse sólo sobre la base de la fuerza
humana. Junto a los esfuerzos fervientes realizados por la gracia
de Cristo para renunciar a las malas costumbres y asociaciones,
y para ser temperantes en todas las cosas, debe existir además la