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Mente, Cáracter y Personalidad 2
La dispepsia conduce a la irritabilidad
—Un estómago dis-
péptico siempre conduce a la irritabilidad. Un estómago avinagrado
produce un temperamento agrio. Su cuerpo debe estar en sujeción si
Ud. quiere que sea un templo adecuado para la morada del Espíritu
Santo... Coma frugalmente alimento equilibrado y sano. Haga ejer-
cicio con moderación, y Ud. se convencerá de que su vida vale la
pena.—
Carta 27, 1872
.
El alimento malsano anestesia la conciencia
—Nuestro pueblo
ha estado retrocediendo respecto de la reforma pro salud. Satanás ve
que no puede ejercer un poder tan grande sobre las mentes cuando el
apetito está bajo control, como cuando se le da rienda suelta, y él está
trabajando constantemente para inducir a los hombres a complacerse
a sí mismos. Bajo la influencia de alimentos malsanos la conciencia
se anestesia, la mente se entenebrece y se malogra su susceptibilidad
a las impresiones...
¿Querrá ver y comprender nuestro pueblo el pecado de pervertir
el apetito? ¿Querrán eliminar toda complacencia dañina y dedicar
los medios que así se economicen a la difusión de la verdad?—
Manuscrito 132
.
Una definición de la temperancia en el comer
—Los princi-
pios de la templanza deben llevarse más allá del mero consumo de
bebidas alcohólicas. El uso de alimentos estimulantes indigestos es
a menudo igualmente perjudicial para la salud, y en muchos casos,
siembra las semillas de la embriaguez. La verdadera temperancia
nos enseña a abstenernos por completo de todo lo perjudicial, y a
usar cuerdamente lo que es saludable. Pocos son los que comprenden
debidamente la influencia que sus hábitos relativos a la alimentación
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ejercen sobre su salud, su carácter, su utilidad en el mundo y su
destino eterno. El apetito debe sujetarse siempre a las facultades
morales e intelectuales. El cuerpo debe servir a la mente, y no la
mente al cuerpo.—
Historia de los Patriarcas y Profetas, 605 (1890)
.
Evitemos los extremos
—Los que entienden debidamente las
leyes de la salud y se dejan dirigir por los buenos principios, evitan
los extremos, y no incurren en la licencia ni en la restricción. Es-
cogen su alimento no meramente para agradar al paladar, sino para
reconstruir el cuerpo. Procuran conservar todas sus facultades en la
mejor condición posible para prestar el mayor servicio a Dios y a
los hombres. Saben someter su apetito a la razón y a la conciencia,