Página 33 - Mente, C

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El régimen alimentario y la mente
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en tema constante del pensamiento. Los que no hagan un dios del
estómago, vigilarán con cuidado el apetito. Comerán alimentos sen-
cillos y nutritivos... Comerán despacio y masticarán cabalmente los
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alimentos. Después de comer harán ejercicio físico adecuado al aire
libre. Los tales nunca necesitarán preocuparse de ingerir cantidades
exactas de alimentos.
Hay muchos que han llevado una gravosa responsabilidad en
cuanto a la cantidad y la calidad de los alimentos más aptos para
nutrir el organismo. Algunos, especialmente los dispépticos, se han
preocupado tanto por el gusto de la comida que no han ingerido
el alimento suficiente para nutrir sus organismos. Le han causado
un gran perjuicio a la casa donde viven, y tememos que se hayan
dañado a sí mismos para esta vida.—
Carta 142, 1900
.
Coma de acuerdo con su buen criterio y después, descanse
Hay algunos que siempre recelan que la comida, por muy sencilla y
sana que sea, les hace daño. Permítaseme decirles: No penséis que
la comida os hará daño; no penséis siquiera en la comida. Comed
conforme os lo dicte vuestro sano juicio; y cuando hayáis pedido al
Señor que bendiga la comida para fortalecimiento de vuestro cuerpo,
creed que os oye, y tranquilizaos.—
El Ministerio de Curación, 247
(1905)
.
Los intemperantes no pueden tener paciencia
—Existen am-
plias razones que explican que haya tantas mujeres nerviosas en el
mundo y que sufren de dispepsia con su estela de males. La causa ha
sido seguida por el efecto. A las personas intemperantes les resulta
imposible ser pacientes. Primero deben reformar los malos hábitos
y vivir en forma saludable, y después de esto no encontrarán difícil
ser pacientes.
Al parecer muchas personas no comprenden la relación que hay
entre la mente y el cuerpo. Si el organismo es perturbado a causa
del alimento impropio, el cerebro y los nervios quedan afectados de
tal modo que hasta las cosas pequeñas molestan a los que padecen
de este mal. Las pequeñas dificultades son para ellos problemas
enormes. Esta clase de individuos está incapacitada para educar
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debidamente a sus hijos. En su vida primarán las actitudes extremas:
algunas veces serán muy indulgentes, en cambio otras serán severos
y condenarán pequeñeces que no merecían ninguna atención.—
Mensajes Selectos 2:498 (1865)
.