Página 345 - Mente, C

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Cómo tratar con las emociones
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barga el cuerpo, la mente y el alma. En medio de esta precipitación
enloquecedora, Dios habla. Nos invita a apartarnos y tener comu-
nión con él. “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”.
Salmos
46:10
.—
La Educación, 260 (1903)
.
Curación de las perturbaciones espirituales
—Este mundo es
un vasto lazareto, pero Cristo vino para sanar a los enfermos y
proclamar liberación a los cautivos de Satanás. El era en sí mismo
la salud y la fuerza. Impartía vida a los enfermos, a los afligidos, a
los poseídos de los demonios. No rechazaba a ninguno que viniese
para recibir su poder sanador. Sabía que aquellos que le pedían
ayuda habían atraído la enfermedad sobre sí mismos; sin embargo
no se negaba a sanarlos. Y cuando la virtud de Cristo penetraba en
estas pobres almas, quedaban convencidas de pecado, y muchos eran
sanados de su enfermedad espiritual tanto como de sus dolencias
físicas. El evangelio posee todavía el mismo poder. ¿Por qué no
habríamos de presenciar hoy los mismos resultados?—
El Deseado
de Todas las Gentes, 763 (1898)
.
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Los seres humanos son las manos de los ángeles
—Los agen-
tes humanos son las manos de los seres celestiales, quienes emplean
las manos humanas en el ministerio práctico. Los agentes huma-
nos, como manos ayudadoras, deben contribuir a la sabiduría y la
operatividad de los seres celestiales. Al unirnos con estos poderes
omnipotentes, recibimos el beneficio de su más elevada educación y
experiencia. De este modo, al llegar a ser participantes de la natura-
leza divina y eliminar el egoísmo de nuestras vidas, se nos conceden
talentos especiales para que nos ayudemos mutuamente. Esta es
la modalidad divina para la administración del poder salvador.—
Testimonies for the Church 6:456, 457 (1900)
.
Humanidad y divinidad en momentos de conflicto
—El Señor
siempre asigna una tarea a cada ser humano. Esta es la cooperación
divino-humana. Aquí conocemos al hombre que obedece la luz que
se le ha dado. Si Saúl hubiera dicho: “Señor, no me siento inclinado
en lo más mínimo a seguir tus indicaciones para obrar mi propia
salvación”, todo habría sido inútil, aunque Dios le hubiera dado diez
veces más luz.
La obra del hombre es colaborar con Dios. Y el conflicto más
duro y más severo se produce cuando llega la hora de la gran re-
solución del ser humano de someter su voluntad y sus caminos a