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Mente, Cáracter y Personalidad 2
la voluntad y los caminos de Dios, y confiar en las influencias de
la gracia que lo han acompañado durante toda su vida. El hombre
debe llevar a cabo esta obra de sometimiento, “porque Dios es el
que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena
voluntad”.
Filipenses 2:13
. El carácter determinará la naturaleza
de la resolución y la acción. La acción no estará de acuerdo con
los sentimientos y la inclinación, sino con el conocimiento de la
voluntad de nuestro Padre que está en los cielos. Sigan y obedezcan
la dirección del Espíritu Santo.—
Carta 135, 1898
.
Hablen acerca del poder de Dios
—Cuando se os pregunte có-
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mo os sentís, no os pongáis a pensar en cosas tristes que podáis decir
para captar simpatía. No mencionéis vuestra falta de fe ni vuestros
pesares y padecimientos. El tentador se deleita al oír tales cosas.
Cuando habláis de temas lóbregos, glorificáis al maligno. No debe-
mos espaciarnos en el gran poder que tiene Satanás para vencernos.
Muchas veces nos entregamos en sus manos con sólo referirnos a su
poder.
Más bien conversemos del gran poder de Dios para unir todos
nuestros intereses con los suyos. Contemos lo relativo al incompa-
rable poder de Cristo, y hablemos de su gloria. El cielo entero se
interesa por nuestra salvación. Los ángeles de Dios, que son millares
de millares y millones de millones, tienen la misión de atender a
los que han de ser herederos de la salvación. Nos guardan del mal
y repelen las fuerzas de las tinieblas que procuran destruirnos. ¿No
tenemos motivos de continuo agradecimiento, aun cuando haya apa-
rentes dificultades en nuestro camino?—
El Ministerio de Curación,
195, 196 (1905)
.
No hablen de los sentimientos negativos
—Si no os sentís de
buen ánimo y alegres, no habléis de ello. No arrojéis sombra sobre la
vida de los demás. Una religión fría y desolada no atrae nunca almas
a Cristo. Las aparta de él para empujarlas a las redes que Satanás
tendió ante los pies de los descarriados. En vez de pensar en vuestros
desalientos, pensad en el poder a que podéis aspirar en el nombre de
Cristo. Aférrese vuestra imaginación a las cosas invisibles. Dirigid
vuestros pensamientos hacia las manifestaciones evidentes del gran
amor de Dios por vosotros. La fe puede sobrellevar la prueba, resistir
la tentación y mantenerse firme ante los desengaños. Jesús vive y es