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Cómo tratar con las emociones
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de la ira, la envidia y las rencillas. La tristeza es desplazada por la
alegría y el semblante refleja el gozo del cielo. Nadie ve la mano que
levanta la carga ni cómo desciende la luz de los atrios celestiales. La
bendición llega cuando el alma se entrega a Dios por fe. Entonces
ese poder, que ningún ojo humano puede ver, crea un nuevo ser a la
imagen de Dios.—
MeM 47 (1908)
.
Se necesita mucha sabiduría
—Se necesita mucha sabiduría
para tratar las enfermedades causadas por la mente. Un corazón
dolorido y enfermo, un espíritu desalentado, necesitan un tratamiento
benigno.
A veces una honda pena doméstica roe, como un cáncer, hasta
el alma y debilita la fuerza vital. En otros casos el remordimiento
por el pecado mina la constitución y desequilibra la mente.
La tierna simpatía puede aliviar a esta clase de enfermos. El
médico debe ganarse primero su confianza, y después inducirlos
a mirar hacia el gran Médico. Si se puede encauzar la fe de estos
enfermos hacia el verdadero Médico, y ellos pueden confiar en que
él se encargó de su caso, esto les aliviará la mente, y muchas veces
dará salud al cuerpo.—
El Ministerio de Curación, 187, 188 (1905)
.
La ternura de Cristo al tratar con las mentes
—Cristo iden-
tifica su interés con el de la humanidad. La obra que lleva las cre-
denciales divinas es aquella que manifiesta el espíritu de Jesús, que
revela su amor, su cuidado, su ternura al tratar con las mentes de los
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hombres. ¡Qué revelaciones recibiría el hombre si se descorriera el
velo y pudiéramos ver los resultados de nuestra labor al relacionar-
nos con los descarriados que necesita un trato más juicioso para no
ser desviados de la senda! “Por lo cual, levantad las manos caídas y
las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies,
porque el cojo no se salga del camino, sino que sea sanado”.
Hebreos
12:12-13
.—
Testimonios para los Ministros, 184, 185 (1894)
.
Corriente de energía vitalizadora
—El poder del amor estaba
en todas las obras de curación de Cristo, y únicamente participando
de este amor por la fe podemos ser instrumentos apropiados para
su obra. Si dejamos de ponernos en relación divina con Cristo, la
corriente de energía vivificante no puede fluir en ricos raudales de
nosotros a la gente.—
El Deseado de Todas las Gentes, 764 (1898)
.
Unica fuente de permanente paz
—La paz permanente, el ver-
dadero descanso del espíritu, no tiene más que una Fuente. De ella