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Mente, Cáracter y Personalidad 2
llarse libremente en la verdad, aun después de investigar el tema.
Las antiguas teorías exigirán reconocimiento. La comprensión de
lo verdadero, elevado y santificador será confusa. La superstición
invadirá la mente para mezclarse con la verdad, y estas ideas siempre
tienen una influencia degradante.
El conocimiento cristiano siempre lleva la marca de una incon-
mensurable superioridad en todo lo que concierne a la preparación
para una futura vida inmortal. Distingue al lector creyente en la
Biblia, que ha estado recibiendo los preciosos tesoros de la verdad,
del escéptico y el creyente en la filosofía pagana.
Aférrense a la declaración: “Escrito está”. Expulsen de la mente
las teorías peligrosas y confusas que, si se las alberga, someterán la
mente a la esclavitud, de manera que el hombre no llegue a ser una
nueva criatura en Cristo. Hay que controlar y proteger la mente en
forma constante. Sólo hay que darle como alimento lo que fortalezca
la experiencia religiosa.—
Manuscrito 42, 1904
;
Medical Ministry,
89
.
Poder divino: única esperanza de reforma
—Sin el poder di-
vino, no puede llevarse a cabo ninguna reforma verdadera. Las vallas
humanas levantadas contra las tendencias naturales y fomentadas
no son más que bancos de arena contra un torrente. Sólo cuando
la vida de Cristo es en nuestra vida un poder vivificador podemos
resistir las tentaciones que nos acometen de dentro y de fuera.—
El
Ministerio de Curación, 92 (1905)
.
El poder de los agentes celestiales debe combinarse con el ser
humano. Sólo de esta manera podemos tener éxito.—
Carta 34, 1891
.
No consideremos demasiado nuestras emociones
—No es pru-
dente que nos miremos a nosotros mismos y estudiemos nuestras
emociones. Si lo hacemos, el enemigo nos presentará dificultades
y tentaciones que debiliten la fe y aniquilen el valor. El fijarnos
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por demás en nuestras emociones y ceder a nuestros sentimientos
es exponernos a la duda y enredarnos en perplejidades. En vez de
mirarnos a nosotros mismos, miremos a Jesús.—
El Ministerio de
Curación, 193 (1905)
.
El Espíritu de Dios transforma las emociones negativas
Cuando el Espíritu de Dios se posesiona del corazón, transforma
la vida. Se desechan los pensamientos pecaminosos, se renuncia a
las malas acciones. El amor, la humildad y la paz ocupan el lugar