Página 365 - Mente, C

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Compartiendo confidencias
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marea de mal que está contaminando el mundo y preparándolo para
la destrucción final.—
Testimonies for the Church 5:638, 639 (1889)
.
La abierta confesión de los pecados secretos siembra semi-
llas de mal
—Se me ha mostrado que muchísimas confesiones nunca
deberían haber sido pronunciadas ante oídos mortales; porque el
resultado no lo puede anticipar el juicio limitado de los seres finitos.
Las semillas del mal se siembran en las mentes y los corazones
de los que oyen, y cuando se encuentran frente a la tentación, esas
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semillas germinan y llevan fruto, y se repiten las mismas penosas
experiencias. Porque, piensan los tentados, estos pecados no deben
de ser tan graves. ¿Acaso los que se confesaron antes, cristianos
de larga data, no han hecho estas mismas cosas? De este modo la
confesión abierta de estos secretos en la iglesia será un sabor para
muerte en lugar de serlo para vida.—
Testimonies for the Church
5:645 (1889)
.
La ventilación de secretos separa al alma de Dios
—Vi que
cuando se reúnen esas hermanas a las que les gusta hablar, Satanás
está generalmente presente; porque allí encuentra qué hacer. Está
allí para excitar la mente y sacar el máximo de provecho de lo que
ha logrado. Sabe que toda esa habladuría, maledicencia, revelación
de secretos ajenos y disección del carácter, separa al alma de Dios.
Es la muerte de la espiritualidad y la atenuación de la influencia
religiosa.
La Hna.-----peca mucho con su lengua. Sus palabras deberían
ejercer una influencia para el bien, pero con frecuencia habla sin ton
ni son. A veces sus palabras le dan una interpretación diferente a las
cosas. Otras veces exagera. Por ahí hace una declaración falsa. No
ha tenido la intención de mentir, pero ha albergado por tanto tiempo
el hábito de hablar y hablar acerca de cosas insustanciales, que se ha
vuelto descuidada y temeraria en sus palabras. Con frecuencia no
sabe lo que está diciendo. Esto destruye cualquier influencia en favor
del bien que podría tener. Su amistad no ha sido apreciada como
podría haberlo sido si ella no se hubiera entregado a esta habladuría
pecaminosa.—
Testimonies for the Church 2:185, 186 (1868)
.
No confiemos problemas a oídos humanos
—Algunas veces
derramamos nuestras dificultades en oídos humanos; les contamos
nuestras aflicciones a aquellos que no pueden ayudarnos, y nos