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Mente, Cáracter y Personalidad 2
son muy débiles y mi fe muy frágil. No tengo excusa que explique
por qué mi vida religiosa está tan atrofiada. Pero estoy tratando de
lograr un carácter perfecto en Cristo. He pecado, y sin embargo
amo a Jesús. He caído muchas veces, no obstante lo cual él ha
extendido su mano para salvarme. He hablado con él acerca de todas
mis equivocaciones. He confesado con vergüenza y pesar lo que
he deshonrado. Miré a la cruz y dije: él sufrió todo esto por mí. El
Espíritu Santo me ha mostrado mi ingratitud, mi pecado de exponer
a Cristo a la vergüenza. El que no conoció pecado ha perdonado mi
pecado. Me invita a participar de una vida más elevada, más noble,
y yo prosigo hacia lo que está delante de mí”.—
Manuscrito 161,
1897
.
No hay virtud especial en confesarse ante un hombre
Espero que nadie llegue a la conclusión de que se gana el favor
de Dios mediante la confesión de los pecados, o que hay alguna
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virtud especial en confersarse ante otros seres humanos. Debe ma-
nifestarse en la experiencia esa fe que obra por el amor y purifica
el alma. El amor de Cristo subyugará las inclinaciones carnales. La
verdad no sólo lleva en sí misma la evidencia de su origen celestial,
sino que prueba que por medio de la gracia del Espíritu de Dios es
eficaz para la purificación del alma. El Señor quiere que acudamos a
él diariamente con todas nuestras dificultades y que le confesemos
nuestros pecados, y nos dará descanso si llevamos su yugo y su
carga. Su Santo Espíritu, mediante su influencia llena de gracia,
invadirá el alma, y todo pensamiento será sometido a la obediencia
de Cristo.—
Testimonies for the Church 5:648 (1889)
.
El hombre no debe confesar sus pecados a otro hombre caí-
do
—El hombre no se degrada cuando se inclina ante su Hacedor,
confiesa sus pecados y suplica perdón por medio de los méritos de
un Salvador crucificado y resucitado. Es noble que reconozcamos
nuestros errores delante de Aquel a quien herimos mediante nuestra
transgresión y rebelión. Esto nos eleva delante de los hombres y de
los ángeles; porque “el que se humilla será ensalzado”.
Pero quien se arrodilla delante de un hombre caído y expone en
confesión los pensamientos y las imaginaciones secretas del corazón,
se deshonra a sí mismo al rebajar su humanidad y degradar toda
noble tendencia del alma... Esta degradante confesión de un hombre
ante otro hombre caído es responsable de mucho de la creciente