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Mente, Cáracter y Personalidad 2
física, descalifica para el ejercicio de la gracia que viene después de
la temperancia: la paciencia.—
Nuestra Elavada Vocacion, 71 (1884)
.
Mentes ociosas e indisciplinadas
—Dios no quiere que nos con-
formemos con mentes perezosas, sin disciplina, pensamientos em-
botados y memoria deficiente.—
Consejos para los Maestros Padres
y Alumnos, 491; 387 (1913)
.
Avanzan por la vida a contramano del mundo
—La mayor
parte de esos indisciplinados avanzan por la vida a contramano del
mundo, y fracasan donde deberían haber tenido éxito. Llegan a creer
que el mundo les debe algo porque no los adula ni los mima, y
se vengan alimentando rencor y asumiendo una actitud desafiante.
Las circunstancias a veces los obligan a fingir una humildad que
en realidad no sienten; pero ésta no concuerda con su disposición
natural, y sus verdaderas características aparecen tarde o temprano.—
Testimonies for the Church 4:202 (1876)
.
Revisen todo hábito y costumbre
—Se les debe enseñar a hom-
bres y mujeres que revisen cuidadosamente todo hábito y costumbre,
y que eliminen inmediatamente todo lo que atente contra la salud
del organismo, y pueda tender una sombra sobre la mente.—
The
Review and Herald, 12 de noviembre de 1901
;
Welfare Ministry,
127, 128
.
Qué hacer con la duda
—Aun los cristianos de larga experiencia
son asaltados a menudo con las más terribles dudas y desánimos...
No debéis considerar que, a causa de vuestras tentaciones, vuestro
caso es desesperado... Confiad en Dios, esperad en él y descansad
en sus promesas.—
Nuestra Elavada Vocacion, 88 (1888)
.
Cuando el diablo viene con sus dudas e incredulidades, cerrad la
puerta de vuestro corazón. Cerrad vuestros ojos para no espaciaros
en sus sombras infernales. Alzad vuestra vista a donde podáis con-
templar las cosas que son eternas, y encontraréis fuerzas para cada
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hora. La prueba de vuestra fe es mucho más preciosa que el oro...
Os hace valientes para pelear la batalla del Señor...
No podéis permitiros abrigar dudas en vuestra mente. No hala-
guéis al diablo hablando de las terribles cargas que estáis llevando.
Cada vez que lo hacéis así, Satanás se ríe porque su alma puede
controlaros y porque habéis perdido de vista a Jesucristo, vuestro
Redentor.—
Nuestra Elavada Vocacion, 88 (1894)
.