Página 381 - Mente, C

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Influencias positivas sobre la mente
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Aprovechemos lo positivo del ambiente
—Todos hemos visto
en medio del lago el hermoso nenúfar blanco. Con cuánto anhelo y
esfuerzo hemos deseado poseer esa flor. No importa cuánta impureza,
desperdicios y suciedad la rodeen, nada disminuye nuestro deseo de
conseguirla. Nos preguntamos cómo puede ser tan blanco y hermoso
ese nenúfar, si se encuentra donde hay tanta suciedad.
Bien, su raíz penetra en la dorada arena del fondo, de la que ex-
trae sólo las más puras sustancias para alimentarse, hasta convertirse
en una flor pura y sin mácula, así como la vemos. Esto, ¿no nos
enseña una lección? Debería hacerlo. Nos muestra que aunque haya
iniquidad por todas partes, no deberíamos absorber nada de ella. No
hablemos acerca de la iniquidad y la maldad que hay en el mundo;
por el contrario, elevemos nuestras mentes y hablemos acerca del
Salvador. Cuando veamos la iniquidad que nos rodea, deberíamos
estar más felices aún de que él es nuestro Salvador y nosotros somos
sus hijos.
Por lo tanto, ¿contemplaremos la iniquidad que nos rodea y nos
concentraremos en el lado oscuro de las cosas? No podemos mejorar
nada de esto; entonces hablemos de algo que sea más elevado, mejor
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y más noble. Hablemos acerca de las cosas que nos dejarán una
buena impresión en la mente, y elevarán a cada alma por encima de
esta iniquidad hacia la luz que se contempla más allá.—
Manuscrito
7, 1888
.
Contemos las bendiciones que recibimos
—Si las energías mal
encauzadas fueran dedicadas a agradecer y transmitir las ricas provi-
siones de la gracia de Dios en esta vida, ¡qué testimonios podríamos
colocar en los recintos de la memoria, recordando las misericordias
y los favores de Dios!... Entonces tendríamos el hábito de llevar
con nosotros, como un principio permanente, el deseo de acumular
los tesoros espirituales tan ferviente y perseverantemente como los
mundanos trabajan por la obtención de las cosas terrenas y tempora-
les.
Bien podéis estar descontentos con la actual provisión, cuando
el Señor tiene un cielo de bendiciones y una tesorería de buenas
cosas para satisfacer las necesidades del alma. Hoy necesitamos más
gracia y una renovación del amor de Dios y de las señales de su
bondad, y él no retendrá estos buenos y celestiales tesoros del que
los busca en verdad.—
Nuestra Elavada Vocacion, 190 (1889)
.