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Mente, Cáracter y Personalidad 2
compartir con otros sus pensamientos, el resultado de sus propias
averiguaciones y los sentimientos que los impulsan; porque no es
fácil reprimir los motivos que nos inducen a la acción.—
Testimonios
para los Ministros, 290, 291 (1896)
.
La expresión fortalece los pensamientos y sentimientos
—Es
una ley de la naturaleza que nuestros pensamientos y sentimientos
resultan alentados y fortalecidos al darles expresión. Aunque las
palabras expresan los pensamientos, éstos a su vez siguen a las pala-
bras. Si diéramos más expresión a nuestra fe, si nos alegrásemos más
de las bendiciones que sabemos que tenemos: la gran misericordia y
el gran amor de Dios, tendríamos más fe y gozo. Ninguna lengua
puede expresar, ninguna mente finita puede concebir la bendición
resultante de la debida apreciación de la bondad y el amor de Dios.
Aun en la tierra nuestro gozo puede ser como una fuente inagotable,
alimentada por las corrientes que manan del trono de Dios.—
El
Ministerio de Curación, 195 (1905)
.
La mente tiene la facultad de elegir
—Dios nos ha dado la
facultad de elección; a nosotros nos toca ejercitarla. No podemos
cambiar nuestros corazones ni dirigir nuestros pensamientos, impul-
sos y afectos. No podemos hacernos puros, propios para el servicio
de Dios. Pero sí podemos escoger el servir a Dios; podemos entre-
garle nuestra voluntad, y entonces él obrará en nosotros el querer
y el hacer según su buena voluntad. Así toda nuestra naturaleza se
someterá a la dirección de Cristo.—
El Ministerio de Curación, 131
(1905)
.
El tentador no puede nunca obligarnos a hacer lo malo. No puede
dominar nuestra mente, a menos que la entreguemos a su dirección.
La voluntad debe consentir y la fe abandonar su confianza en Cristo,
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antes que Satanás pueda ejercer su poder sobre nosotros. Pero todo
deseo pecaminoso que acariciamos le da un punto de apoyo. Todo
detalle en que dejamos de alcanzar la norma divina es una puerta
abierta por la cual él puede entrar para tentarnos y destruirnos. Y
todo fracaso o derrota de nuestra parte le da ocasión de vituperar a
Cristo.—
El Deseado de Todas las Gentes, 100, 101 (1898)
.
El hombre es un ser provisto de libertad moral
—Para incitar
la rebelión de la raza caída, [Satanás] hizo aparecer a Dios como
injusto por haber permitido que el hombre violara su ley. Dijo el
artero tentador: “Si Dios sabía cuál iba a ser el resultado, ¿por qué