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Mente, Cáracter y Personalidad 2
todos los autores? Se debe a que las mentes de los hombres difieren,
y no entienden las cosas exactamente de la misma manera. Algunas
verdades atraen con mucho más fuerza las mentes de cierta clase
de personas y no de otras. Este mismo principio se aplica a los
oradores. Algunos dedican mucho tiempo a ciertos puntos que otros
tratarían rápidamente o que no los mencionarían para nada. Por
eso varias personas presentan la verdad con más claridad que una
sola.—
Manuscrito 87, 1907
.
La individualidad no debe ser destruida
—El Señor no quiere
que se destruya nuestra individualidad; no es su propósito que dos
personas sean exactamente iguales en gustos y disposiciones. Todos
tienen características peculiares, y éstas no deben destruirse, sino
educarse, moldearse,-transformarse a la similitud de Cristo. El Señor
convierte las actitudes y las capacidades naturales, en instrumentos
provechosos. En el desarrollo de las facultades que Dios ha dado, los
talentos y las habilidades crecen, si el instrumento humano reconoce
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el hecho de que sus facultades le han sido confiadas por Dios, para
ser usadas, no con propósitos egoístas... sino para la gloria de Dios
y el bien de sus semejantes.—
Nuestra Elavada Vocacion, 92 (1894)
.
Cada niño debe tener su individualidad
—Se puede discipli-
nar a un niño para que no tenga voluntad propia, como si fuera
un animal, con su individualidad sumergida en la de su maestro...
Pero, en la medida de lo posible, cada niño debería ser educado
para bastarse a sí mismo. Al poner en funcionamiento sus diversas
facultades, sabrá dónde es más fuerte y en qué es deficiente. El
sabio instructor prestará especial atención al desarrollo de los rasgos
más débiles, de manera que el niño pueda formar un carácter bien
equilibrado y armonioso.—
The Review and Herald, 10 de enero de
1882
;
Fundamentals of Christian Education, 57
.
El matrimonio no debe destruir la individualidad
—Ni el ma-
rido ni la mujer deben pensar en ejercer gobierno arbitrario uno
sobre otro. No intentéis imponer vuestros deseos uno a otro. No
podéis hacer esto y conservar el amor mutuo. Sed bondadosos, pa-
cientes, indulgentes, considerados y corteses. Mediante la gracia de
Dios podéis haceros felices uno al otro, tal como lo prometisteis al
casaros.—
El Ministerio de Curación, 279, 280 (1905)
.
Ambos esposos deben conservar su individualidad (consejo
para los recién casados)
—En vuestra unión para toda la vida, vues-