Página 73 - Mente, C

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Las relaciones humanas
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Los que en realidad necesitan menos ayuda, son los que posible-
mente reciban más de nuestra atención. Pero necesitamos manifestar
una sabiduría especial al tratar con los que parecen desconsiderados
e indiferentes. Algunos no entienden el carácter sagrado de la obra
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de Dios. Los menos hábiles, los descuidados, e incluso los indolen-
tes requieren, en especial, de cuidadosa consideración con oración.
Debemos ejercer tacto con los que parecen ignorantes y desubicados.
Mediante un esfuerzo perseverante en su favor, podemos ayudarlos a
convertirse en instrumentos útiles en la obra de Dios. Reaccionarán
rápidamente a un interés paciente, tierno y amante.
Debemos cooperar con el Señor Jesús en la restauración del
ineficiente y equivocado para conducirlo a la inteligencia y la pureza.
Esta obra equivale en importancia a la del ministerio evangélico.
Hemos sido llamados por Dios para manifestar un interés incansable
y paciente en la salvación de los que necesitan pulimiento divino.—
Carta 20, 1892
;
Medical Ministry, 209
.
No discutamos acerca de agravios
—“Bienaventurados los pa-
cificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios”. ¿Quién los
llama así? Todas las inteligencias celestiales. Por lo tanto, no anime-
mos a ninguna alma tentada a que nos cuente sus agravios respecto
de un hermano o un amigo. Digámosle que no queremos oír sus
palabras de censura ni su maledicencia, porque nuestro Consejero ha
dicho en su Palabra que si dejamos de agitar la contienda y nos con-
vertimos en pacificadores, recibiremos una bendición. Digámosle
que ésa es la bendición que anhelamos conseguir.
Por amor a Cristo no digamos ni pensemos nada malo. Quiera
Dios ayudarnos para que no sólo leamos la Biblia, sino que practi-
quemos sus enseñanzas. El instrumento humano que es fiel en su
tarea, que une la gentileza a su poder, la justicia a su amor, produce
regocijo entre las inteligencias celestiales, y glorifica a Dios. Luche-
mos fervorosamente para ser buenos y hacer el bien y recibiremos
la inmarcesible corona de la vida.—
Manuscrito 116, 1898
.
Trabajemos en favor de los demás, y con ellos
—Cuando la
luz brille en el alma, algunos que parecían estar completamente
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entregados al pecado, se pondrán a trabajar con éxito en favor de
pecadores tales como eran ellos. Por medio de la fe en Cristo, habrá
quienes alcancen altos puestos de servicio, y se les encomendarán
responsabilidades en la obra de salvar almas. Saben dónde reside su