Página 72 - Mente, C

Basic HTML Version

68
Mente, Cáracter y Personalidad 2
transacciones comerciales del mundo, pero deberían comprar y ven-
der sabiendo que el ojo de Dios está sobre ellos. No se deben usar ni
balanzas falsas ni pesas engañosas, porque son abominación para el
Señor. En cada transacción comercial el cristiano debe ser exacta-
mente lo que él quiere que sus hermanos crean que es. Su conducta
tiene la dirección que le imprimen los principios fundamentales. No
traza planes engañosos; por lo tanto, no tiene nada que ocultar, nada
que disimular.
Se lo podrá criticar, se lo podrá someter a prueba, pero su in-
tegridad inquebrantable resplandecerá como el oro puro. Es una
[454]
bendición para todos los que se relacionan con él, porque su palabra
es digna de confianza. Es un hombre que no se aprovecha de su
prójimo. Es amigo y benefactor de todos, y sus semejantes confían
en su consejo. ¿Emplea trabajadores para que le atiendan la cose-
cha? No les retiene fraudulentamente el dinero que ganaron con
tanto esfuerzo. ¿Tiene dinero que no necesita usar inmediatamente?
Alivia las necesidades de su hermano menos afortunado. No trata
de agrandar su propiedad o llenarse los bolsillos aprovechándose
de las lamentables circunstancias en que se encuentra su vecino. Su
propósito consiste en ayudar y bendecir a sus prójimos.
Un hombre verdaderamente honesto nunca se aprovechará de la
debilidad o de la incompetencia para llenar su propia bolsa. Acep-
ta el justo equivalente de lo que expende. Si hay defectos en los
artículos que vende, lo dice francamente a su hermano o vecino,
aunque al hacerlo esté obrando en contra de sus propios intereses
pecuniarios.—
Carta 3, 1878
.
Hay que comprender a la humanidad
—El que trata de trans-
formar a la humanidad, debe comprender a la humanidad. Sólo por
la simpatía, la fe y el amor, pueden ser alcanzados y elevados los
hombres. En esto, Cristo se revela como el Maestro de los maestros:
De todos los que alguna vez vivieran en la tierra, él solo posee una
perfecta comprensión del alma humana.—
La Educación, 78 (1903)
.
Hay una ciencia en el trato con los que parecen especialmen-
te débiles. Si vamos a enseñar a los demás, primero tenemos que
aprender de Cristo nosotros mismos. Necesitamos tener una visión
amplia para poder hacer verdadera obra médico-misionera y tener
tacto en nuestro trato con las mentes.