Página 91 - Mente, C

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El pesar
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como consecuencia de ello su salud sufrió. Después falleció su hija
y ciertamente ese fue un golpe terrible, pero otros han pasado por lo
mismo bajo circunstancias mucho más difíciles. Ud. permitió que
esta aflicción lo hiciera perder el control; se concentró en ella, habló
acerca de ella, oprimió su alma con un asunto que no puede cambiar
ni impedir. Es pecado encarar cualquiera de esas aflicciones como
Ud. lo ha hecho.
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Yo sé de qué estoy hablando. Si se permite que la mente se
sumerja en una nube de pesar, el alimento no se digiere, y como
resultado de ello el organismo no se nutre bien.—
Carta 1, 1883
.
El pesar hace que la sangre acuda al cerebro (una experien-
cia personal)
—Mientras me dedicaba a hablar y a escribir, recibí
cartas desanimadoras de Battle Creek. Al leerlas sentí una inex-
presable depresión de espíritu, que casi era agonía mental, y me
pareció que por un corto lapso paralizó mis energías vitales. Durante
tres noches casi no dormí. Mis pensamientos estaban perturbados y
perplejos.
Oculté mis sentimientos lo mejor que pude de mi esposo y de
la familia de simpatizantes con la cual estábamos. Nadie se enteró
de mi pesar ni de mi aflicción mental cuando me unía con la familia
en los cultos matutinos y vespertinos, y trataba de despositar mi
preocupación en el gran Portador de cargas. Pero mis peticiones
provenían de un corazón abrumado por la angustia, y mis oraciones
estaban rotas y desarticuladas por causa de un dolor incontrolable.
La sangre acudía a mi cerebro, y con frecuencia me causaba mareos
y casi me caía. A menudo tenía hemorragias nasales, especialmente
después de hacer un esfuerzo para escribir. Me veía obligada a dejar
de escribir, pero no podía desligarme de la carga de ansiedad y
responsabilidad que yacía sobre mí.—
Testimonies for the Church
1:576, 577 (1867)
.
Qué hacer con el pesar
—¿Se siente hoy lleno de pesar? Fije sus
ojos en el Sol de justicia. No trate de solucionar todas las dificultades;
en cambio, vuelva su rostro a la luz, al trono de Dios. ¿Qué ve allí?
El arco iris del pacto, la viviente promesa de Dios. Debajo está el
propiciatorio, y quien se apropia de las provisiones de misericordia
que han sido hechas, y se apodera de los méritos de la vida y la
muerte de Cristo, tiene en el arco iris de la promesa la bendita