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Mente, Cáracter y Personalidad 2
seguridad de la aceptación del Padre mientras exista el trono de
Dios.
Lo que usted necesita es fe. No permita que su fe vacile. Libre
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la buena batalla de la fe y eche mano de la vida eterna. Será una
batalla tremenda, pero líbrela a cualquier costo, porque las promesas
de Dios son sí y amén en Cristo Jesús. Ponga su mano en la de
Cristo. Habrá dificultades que vencer, pero ángeles que sobresalen
en fortaleza cooperarán con el pueblo de Dios. Dirija su mirada
hacia Sion, ábrase paso hacia la ciudad de las solemnidades. Una
gloriosa corona y una túnica tejida en el telar del cielo aguardan
al vencedor. Aunque Satanás proyecte su sombra infernal sobre
su senda, y trate de ocultar de su vista la mística escalera que se
extiende entre la tierra y el trono de Dios, por la cual ascienden y
descienden los ángeles que son espíritus ministradores para los que
serán herederos de la salvación, ábrase paso hacia las alturas, ponga
firmemente su pie en un peldaño tras otro, y avance en dirección del
trono del Infinito.—
Manuscrito 23
.
Los simpatizantes no siempre son amigos
—Si los que lo ro-
dean pertenecen a esa clase de gente que no trata de desviar su
conversación ni el curso de sus pensamientos; si simpatizan con
todas sus impresiones como si fueran realidad, mientras menos tra-
to tenga con ellos, mejor. No son amigos suyos, sino sus peores
enemigos. El Señor querría que Ud. fuera alegre.
Ud. ha sepultado algunos amigos queridos; lo mismo me ha
ocurrido a mí; pero no me atrevo a preguntar: ¿Por qué me has
arrojado al horno? ¿Por qué he tenido que pasar por aflicciones una
y otra vez? La respuesta me llega por medio de estas palabras: “Lo
que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después”.
Juan 13:7
.
Los propósitos de Dios a menudo están velados en misterio; son
incomprensibles para las mentes finitas; pero el que ve el fin desde el
principio sabe más que nosotros. Lo que necesitamos es purificarnos
de todo lo terrenal, perfeccionar nuestro carácter cristiano para que
seamos investidos del manto de la justicia de Cristo.—
Carta 1, 1883
.
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El trabajo en favor de los demás disminuye el dolor
—El
apóstol [Pablo] se olvidó de los sufrimientos que lo aguardaban
gracias a su solicitud por los que iba a dejar solos, para que hicieran
frente al prejuicio, el odio y la persecución. Trató de fortalecer y