Página 130 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Introducción
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Al comienzo de su viaje por Australia (1891-1900) Elena G. de
White fue llamada a aconsejar a un destacado obrero de nuestra casa
editora, que estaba profundamente implicado en las actividades de la
Logia Masónica. El consejo que presentó a este hermano lo indujo a
separarse de la logia a pesar de haber alcanzado el grado honorífico
más elevado en esa organización.
Sin pronunciar ninguna condenación, la Sra. White señaló que
el cristiano no puede servir a dos señores, o prestar fidelidad a dos
autoridades. Nuestro hermano, que estaba tan comprometido en las
actividades de la logia, hasta el punto de descuidar su trabajo para
la iglesia, reconoció la sencilla verdad que había en los consejos
de Elena G. de White, y su confianza en el mensaje se afirmó más
aún cuando la Sra. White, sin saberlo, hizo la señal secreta utilizada
únicamente por los miembros de la logia. Sin dilación renunció a la
logia, a pesar de haber afirmado resueltamente en varias oportuni-
dades que nada podría conmover su confianza en esa fraternidad o
inducirlo a romper con ella. Al rememorar esta experiencia en años
subsiguientes, afirmó que el mensaje del espíritu de profecía había
transformado completamente su vida.
En esta ocasión y a propósito de este caso, la Sra. White escribió
ampliamente con respecto a la relación de los adventistas del sép-
timo día con tales organizaciones. Esto se publicó bajo el título de
“¿Deberían los cristianos ser miembros de las sociedades secretas?”
Circuló profusamente, en forma de folleto, en Australia y en los
Estados Unidos, pero ya hace mucho que se ha agotado. Ahora lo
reproducimos en forma íntegra.
El segundo capítulo de esta sección se compone de consejos
procedentes de la pluma de la Sra. White, referentes a la actitud que
los adventistas deberían tener hacia las organizaciones laborales.
Este material se publicó en 1946 en la segunda parte del folleto
titulado
Country Living
. Lo incluimos en este libro para que sea
hecho objeto de estudio y de oración.—
Los fideicomisarios
.
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