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Mensajes Selectos Tomo 2
cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo;
él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Su aventador está en su
mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará
la paja en fuego que nunca se apagará”.
Mateo 3:7-12
.
La voz de Juan resonó como una trompeta. Su comisión era:
“Anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado”.
Isaías 58:1
. No había recibido educación en las escuelas humanas.
Dios y la naturaleza habían sido sus maestros. En la tarea de preparar
el camino para el advenimiento de Cristo se necesitaba a uno que
fuera tan valiente como para hacer oír su voz al igual que los profetas
de la antigüedad, y amonestar a la nación degenerada para que se
arrepintiera.
Lo oyeron gente de todas las clases sociales
Y todos salieron al desierto para oírlo. Los pescadores y los
campesinos incultos acudieron desde las comarcas vecinas y de
regiones cercanas y lejanas. Los soldados romanos salieron de los
cuarteles de Herodes para ir a escucharlo. Los capitanes fueron con
las espadas ceñidas a su costado con el fin de sofocar todo lo que
se asemejara a un alboroto o a una rebelión. Los avaros cobradores
de impuestos acudieron de todas partes; y desde el Sanedrín fueron
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los sacerdotes con sus filacterias. Todos escucharon fascinados; y
todos se retiraron, aun los fariseos, los saduceos y los fríos e insen-
sibles escarnecedores de ese tiempo, sin tener ya más su expresión
de burla, y con una profunda convicción de su pecado. No hubo
prolongados argumentos, ni bien estructuradas teorías, presentadas
elaboradamente con sus “en primer lugar”, “en segundo lugar” y “en
tercer lugar”. En cambio, se advertía una elocuencia pura e innata en
las sentencias cortas, y cada palabra llevaba con ella la certidumbre
y la verdad de las poderosas advertencias dadas.
El mensaje de advertencia de Juan seguía los mismos lineamien-
tos de la amonestación dada a Nínive: “De aquí a cuarenta días
Nínive será destruida”.
Jonás 3:4
. Nínive se arrepintió y se volvió
a Dios, y Dios aceptó su reconocimiento de él. Se le concedieron
a sus habitantes cuarenta años de prueba para que manifestaran la
legitimidad de su arrepentimiento y se apartaran del pecado. Pero
Nínive se volvió nuevamente al culto de las imágenes, y su iniqui-