Unidad y devoción
163
rendir cuentas. Jamás deberían revestir un “Así dice Jehová” con
engañosas palabras de humana sabiduría. Así es como destruyen su
energía viviente, así es como lo debilitan y lo tornan ineficaz, a tal
punto que no logra convencer de pecado. Cada palabra pronunciada
bajo la dirección del Espíritu Santo estará llena de un profundo afán
por la salvación de las almas.
La aceptación del ministro por parte de Dios no depende de
manifestaciones externas, sino del fiel cumplimiento del deber. El
camino que conducía a Cristo hacia la exaltación pasaba por la más
profunda humillación. Los que participan con Cristo en sus sufri-
mientos, que siguen alegremente en pos de sus pisadas, participarán
con él en su gloria.
El enemigo se ha esforzado continuamente por introducir en la
iglesia a personas que dan su asentimiento a una buena parte de lo
que constituye la verdad, pero que no están convertidas. Los cristia-
nos profesos que obran con falsedad en relación con sus creencias
son canales mediante los que Satanás trabaja. El puede utilizar a los
miembros de iglesia que no están convertidos para promover sus
propias ideas y retardar la obra de Dios. Su influencia siempre tiende
hacia el mal. Colocan la crítica y las dudas como piedras de tropiezo
en el camino de la reforma. Introducen la incredulidad porque han
[182]
cerrado sus ojos a la justicia de Cristo y no tienen la gloria de Dios
como su retaguardia.
La unidad constituye la fortaleza de la iglesia. Satanás lo sabe
y emplea toda su fuerza para introducir disensiones. Desea ver una
falta de armonía entre los miembros de la iglesia de Dios. Debería
prestarse una mayor atención al tema de la unidad. ¿Cuál es el
remedio para curar la lepra de las dificultades y las disensiones? La
obediencia a los mandamientos de Dios.
Dios me ha estado enseñando que no debemos ocuparnos con
insistencia de las diferencias que debilitan la iglesia. Prescribe un
remedio para las contiendas. Mediante la santificación del sábado
debemos demostrar que somos su pueblo. Su Palabra declara que
el sábado ha de ser la señal que distinguirá al pueblo que guarda
los mandamientos. De este modo el pueblo ha de mantener un co-
nocimiento de Aquel que es su Creador. Los que guardan la ley de
Dios serán uno con él en la gran controversia comenzada en el cielo