20—Normas generales para la remuneración de los
obreros
Satisfacción y bendición del trabajo abnegado
Los que aman de corazón la obra de Dios, deben comprender
que no trabajan para sí mismos ni por el salario reducido que pueden
percibir, y que Dios puede hacer rendir mucho más de lo que pien-
san lo poco que reciben. Les proporcionará satisfacción y bendición
mientras trabajan abnegadamente. Y bendecirá a cada uno de noso-
tros cuando trabajemos con la humildad de Cristo. Cuando veo que
algunos buscan salarios más elevados, me digo: “Están perdiendo
una bendición preciosa”. Sé que esto constituye un hecho. Lo he
visto concretarse una vez tras otra.
Ahora, hermanos, animémonos y hagamos lo mejor de nuestra
parte, sin pedir salarios más elevados, a menos que nos resulte impo-
sible llevar a cabo el trabajo que se nos ha confiado sin recibir una
entrada mayor; pero aun en este caso, permitid que otros, además
de vosotros, vean esta necesidad, porque Dios los hace compren-
sivos, y ellos pronunciarán un dictamen que tendrá más influencia
que si nosotros hablásemos mil palabras. Y lo que ellos dictaminen
nos colocará en una posición decorosa delante del pueblo. El Señor
es nuestro ayudador y nuestro Dios, nuestra vanguardia y nuestra
retaguardia.
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Cuando nos pongamos en la debida relación con Dios, tendre-
mos éxito dondequiera que vayamos; y lo que deseamos es tener
éxito y no dinero: una vida de éxito, y Dios nos la dará porque él
sabe todo lo relacionado con nuestra abnegación. Conoce cada sa-
crificio que hemos realizado. Podéis pensar que vuestra abnegación
carece de importancia, que deberíais recibir más consideración, y
así sucesivamente. Pero tiene importancia delante del Señor. Se me
ha mostrado repetidamente que cuando las personas comienzan a
buscar salarios cada vez más elevados, en su experiencia ocurre
algo que los coloca en una posición donde ya no se encuentran
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