Página 209 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

Basic HTML Version

Los obreros de nuestras instituciones
205
para llevar a cabo la obra misionera que debe realizarse en los países
extranjeros.
[230]
Le escribo acerca de esto porque sé de qué estoy hablando. El
Señor está probando a su pueblo. Mi esposo y yo hemos pasado por
esa misma situación, y debido a que no pedimos una remuneración
más elevada sino que estuvimos dispuestos a trabajar con abnegación
y sacrificio, el Señor nos bendijo con su abundante gracia. Si Ud.
manifiesta una conducta abnegada, será un ejemplo para otros que
resultará en bendición para la obra. En su trabajo en _________-
_, el sermón más efectivo que Ud. predicó, lo hizo cuando vivía
los principios de la verdad en su propia familia y manifestaba su
fervorosa devoción a la obra. Sé de qué estoy hablando cuando le
digo esto.
Debería haber más igualdad entre el sueldo de los pastores y
el de los médicos de la que ha habido hasta ahora. Se espera que
nuestros pastores sean un ejemplo de liberalidad para los miembros
de la iglesia, de modo que su remuneración debería ser suficiente
como para que ellos puedan realizar muchas donaciones.—
Carta
372, 1907
.
Extravagancia e influencia
Entre nuestros ministros, médicos y profesores existe la nece-
sidad de una entrega completa de la mente, el corazón y el alma a
Dios... Los trajes elegantes, las casas costosas y un sistema de vida
de acuerdo con la moda, no son los elementos que darán reputación
a la obra. Pero Dios estima como algo de gran valor el espíritu hu-
milde y sereno. La religión no hace a una persona ruda y vulgar. El
verdadero creyente, al comprender cuán débil es, se cuidará en todo
sentido y colocará toda su confianza en Dios. La verdadera piedad
cristiana no puede forzarse, porque constituye la efusión natural del
corazón sincero...
Dios necesita hombres minuciosos, hombres de oración y hom-
bres prácticos. Una dispendiosa ostentación no eleva a los hombres y
las mujeres a los ojos de las personas sensatas. No es correcto que un
médico viva suntuosamente y que luego cobre precios exorbitantes
[231]
por realizar pequeñas intervenciones quirúrgicas. Dios contempla
todos estos asuntos en su verdadera luz (Manuscrito 34, 1904).