Página 239 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Mensajes para la gente de edad avanzada
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confíe en él. Encomiende a él su alma como a un fiel Creador. Sus
misericordias son seguras y su pacto es eterno. Bienaventurado es
el hombre que espera en el Señor su Dios y que guarda la verdad
para siempre. Que su mente se posesione de las promesas y que
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las retenga. Si Ud. no puede recordar rápidamente la abundante
seguridad contenida en las preciosas promesas, escúchelas de los
labios de otra persona. Qué plenitud, y qué amor y seguridad se
encuentran en las siguientes palabras que proceden de los labios de
Dios mismo, que proclaman su amor, su piedad y su interés en los
hijos que constituyen su preocupación:
“¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para
la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a
millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado”.
Éxodo
34:6, 7
.
El Señor siente mucha compasión por los que sufren. ¿Qué
pecados son demasiado grandes para que él no los perdone? Es
misericordioso; por eso está infinitamente más dispuesto a perdonar
que a condenar. Es benévolo y no busca el mal en nosotros; sabe
de qué estamos hechos; recuerda que somos tan sólo polvo. En su
ilimitada compasión y misericordia perdona todos nuestros yerros;
nos ama abundantemente cuando aún somos pecadores; no nos priva
de su luz sino que la hace brillar sobre nosotros por amor a Cristo.
Hermana mía, ¿confiará Ud. siempre en Jesús, que es su justicia?
El amor de Dios es derramado abundantemente en su corazón por
el Espíritu Santo, el cual le es dado benévolamente. Ud. es una
con Cristo. El le concederá su gracia para que Ud. sea paciente y
confiada; le dará poder para vencer la impaciencia; confortará su
corazón con su propio tierno Espíritu; vivificará su alma debilitada.
Nos quedan tan sólo pocos días como peregrinos y extranjeros en
este mundo, en busca de una patria mejor, la celestial. Nuestro hogar
está en el cielo. Entonces, fortalezca la confianza de su alma en Dios.
Deposite sobre él todas sus cargas.
Oh, cuántas veces su corazón ha sido conmovido por la hermo-
sura del rostro del Salvador, se ha encantado por la belleza de su
carácter y se ha subyugado al pensar en sus sufrimientos. Ahora él
quiere que Ud. se apoye en él con todo su peso. Quiero proporcionar-
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le un pasaje que le servirá de consuelo en todo momento: “En aquel
día dirás: Cantaré a ti, oh Jehová; pues aunque te enojaste contra